miércoles, 10 de marzo de 2010

El Poder tiene género por María Cristina Ravazzola

Importancia de los estudios sobre poder y género en la práctica de la Terapia Familiar


Ejercer Poder en esta cultura significa: producir consecuencias, influir, darse un propio nombre, tener una voz y una palabra propia, definir los propios términos en cada interacción. Para seguir la recomendación que hacen autores que propician los nuevos paradigmas de que usemos la ironía en las revisiones críticas de los conceptos, podemos agregar las palabras definitorias de un maestro mafioso argentino: tener poder es tener la posibilidad de impunidad (A. Yabrán, programa de TV de Mariano Grondona de marzo de 1997).
¿Quienes están en estas condiciones? Esta pregunta es muy importante porque establece quiénes son los que están en condiciones de construir “realidades” y “verdades” sociales porque pueden hacer oír su voz en el concierto de las conversaciones y quiénes no, y en qué contexto.


Poder y Opresión - Concepto de Resistencia

Conocemos poco de la Historia de las estrategias de defensa-supervivencia de los oprimidos. Siempre testimonian los vencedores. Tal vez parte de esa estrategia consiste, fundamentalmente, en que su voz exista pero circule fuera del registro de los opresores (formas de lenguajes lunfardos, cockneyned, chusmerío, etc.) De los oprimidos se espera que funcionen sin voz y sin testimonio, que no existan o no se note que existen. De ahí la marginalización y la exclusión social. Permite a los opresores y a los oprimidos no resistentes creer que los oprimidos resistentes efectivamente NO EXISTEN.
La Historia que existe y se enseña es la que se relata desde la perspectiva de los hombres blancos, vencedores en las conquistas de pueblos que luego oprimieron: prototipo de el andros griego . No existe la Historia desde la perspectiva de las mujeres, como no existe la Historia desde la perspectiva de los vencidos; sólo se conoce la versión de los vencedores.
Los movimientos de mujeres intentan recuperar la historia desde la mirada de las mujeres y de reivindicar el prestigio de las estrategias utilizadas por ellas como sector oprimido. Tratan de recuperar los contenidos de esa historia invisible para los vencedores estudiando los discursos propios del “chismorreo”, de las “intrigas”, de las “conspiraciones”, de las “deslealtades y traiciones”, las mentiras, los secretos, las alianzas, las hipocresías, las seducciones, las astucias, los trucos, las trampas, las transgresiones, las subversiones, etc. Todas estas modalidades discursivas desprestigiadas, con “mala prensa” han permitido una resistencia indirecta, no-frontal. La resistencia frontal hubiera sido suicida porque hubiera hecho visibles a las perturbadoras dominadas, quedando entonces en mayor riesgo supervivencia. Es obvio que el exterminio de mujeres habría sido demasiado perjudicial para toda la humanidad, por su papel en la procreación, pero, de hecho, las cazas de brujas se encarnizaban con las mujeres que ya no estaban en edad de procrear o con quienes no se sometían a que su sexualidad fuera meramente reproductora. Pero el problema de los discursos marginales es que son poco escuchados y de ese modo los oprimidos no terminan de sacudir las bases del orden “aceptable. No operan sobre el sistema amplio, o lo hacen con muy poco impacto.


El Poder tiene Género. Introduciendo cuestiones de discriminación de género

Yo violento a otro si avanzo dentro de su espacio personal sin su consentimiento. Pero, ¿cómo conozco acerca de la existencia de ese consentimiento si estoy en un contexto que me “consiente” un lugar de poder abusivo? En este punto, la impregnabilidad de la cultura patriarcal (J. Shotter) es clave. Un signo profundo de la penetración de esta cultura lo constituye la manera de criar de forma muy diferente a varones y mujeres. Los varones aprenden a dar un imperativo de acción a sus urgencias, y las mujeres a no poder formular y sostener un NO, palabra símbolo-baluarte del límite desde UNO al OTRO y de la percepción-vivencia del propio contorno y el propio deseo y NO deseo. ¿Dónde está entonces, la validez del argumento del consentimiento?
Si registramos ese orden dominante no debería extrañarnos ahora la enormidad del dilema. ¿Cómo poner un NO (antonomasia de la palabra del Sujeto discriminado frente al OTRO) cuando se ES ese OTRO en la cultura, para quien no fue definido ni autorizado el NO, y, justamente, ése, su NO, debería poder detener a quien la cultura define como paradigma del Sujeto-UNO?
A su vez, y para reforzar las dificultades, las señales de NO de las mujeres pasan a no ser creíbles desde aquellos varones entrenados en desestimar el valor de ese NO por suponerlo una parte convencional de una forma de cortejo. ¿Quién le cree al NO de las mujeres? Ni ellas mismas cuando lo declinan y ceden ante algún signo de contrariedad o de sufrimiento del Otro – Uno (En ese caso ellas no son Uno ni siquiera para ellas mismas).

Visiones relacionales de la violencia

El enredo violencia-patriarcado es grande. Lleno de sutilezas y complejidades para las que es bueno que estemos preparados.
Si proponemos una visión relacional de la violencia, e intentamos una visión relacional del poder, debemos tener en cuenta que esta visión no significa considerar una ausencia de potencialidades y capacidades en los oprimidos, pero sí alguna forma de inhabilitación de su ejercicio. Esto último debido a * razones materiales (diferencia concreta de fuerzas en oposición), ** razones psíquicas y/o *** socio - culturales (Hartsock). Las últimas implican una cierta abdicación del poder posible, en una dinámica compleja acerca de lo que las personas conocen sobre sí mismas.
Esta división sólo es útil para poder analizar y considerar este panorama general complejo, no lineal, diverso y problemático de la violencia, de modo tal que nos lleve a las diversas estrategias posibles de ser implementadas en la dirección de los cambios.


Análisis de posibles discursos

Es interesante revisar algunas palabras de uso corriente: maestro y maestría: implican dominio; autor y autoridad: el supuesto de que las ideas son generadas por una persona sola: lo que Shotter llama falacia autoral. El mismo autor cuestiona la idea de UNO MISMO, del self, como una entidad recortada. Lo define más bien como una imagen que aparece sólo en oposición a otros, como construcción propia y central del tipo A/ no A.
Desde esta propuesta se nos aparecen discursos que refuerzan los dominios y las discriminaciones, y sus alternativas:

UNIDAD FINITUD EFIMERO
TOTALIDAD FRAGMENTARIO
FUNDACIONAL FUNDAMENTAL ACCESORIEDAD CONTEXTUADO
FUNDANTE en una HISTORICIDAD
categorías FUERTES pensamiento DEBIL ¿ FEMENINO?
sujeto TRASCENDENTAL sujeto entre otros sujetos
ESENCIAS CONTINGENCIAS
causas PRIMERAS causas confluyentes
ORIGEN ORIGINAR CO-MANTENER

Con el ejercicio de la de-construcción re-aparece LO OTRO, el ruido, lo sub-sumido en la totalización, las grietas del sistema, que no es tan homogéneo como se nos presenta.
Es riesgoso para su prestigio que las estrategias de las categorías débiles y blandas se homologuen a las femeninas. Siguen pareciendo todas como de alguna manera de -valuadas. De nuevo aquí las investigadoras feministas pueden denunciar la campaña de desprestigio hacia las estrategias de los oprimidos. Nunca desde los discursos dominantes estas categorías serán vistas como nobles y honorables.



Resistencias al Poder

Miriam Lang nos advierte acerca de algunos intentos de cambio que terminan reproduciendo o reforzando el orden dominante. Por ejemplo, nos pide que tengamos cuidado con el énfasis en los reforzamientos de las “identidades culturales”. Los estudios que profundizan acerca de las diferencias étnicas, por ejemplo, serían, para esa autora, formas de “neo - racismos”, otras formas de discriminación, porque tenderían a reforzar la hegemonía de los grupos. Nos preguntamos, siguiendo esta línea, ¿hay también neo-sexismos? ¿Y neo-clasismos? Y, ¿cómo se ejercen?
Hay distintas formas de racismos, más o menos biologicistas y culturalistas, dependiendo de las explicaciones usadas para discriminar. En todas queda el sujeto OTRO despojado de su identidad como persona, reducido a la categoría de objeto de un sujeto. No cuesta mucho asociar esta diferencia tan categórica con la violencia. El sujeto UNO puede ejercer actos abusivos contra los OTROS a quienes ni siquiera considera sujetos como él, sus semejantes.
La complejidad de la violencia como forma de relación es tal que, dentro de los sistemas de dominación, la violencia fácilmente impone la violencia. Incluso la respuesta física que promueve es altamente violenta en la interioridad de la persona violentada: miedo, dolor, sufrimiento, enfermedad, parálisis, encierro, vergüenza, limitación. Estas manifestaciones de la violencia “hacia adentro” predisponen a la repetición. De ahí que el patrón cotinúe, se autorreproduzca con gran eficacia. Cuando la violencia produce ira y promueve acciones de liberación de la opresión, se produce la lucha y la oportunidad de otras negociaciones de los espacios de poder. A veces, el exterminio. La violencia es contaminante. El dilema es cómo, entonces, intentamos la CONvivencia entre diferentes.

Los estudios acerca del género como sistema de opresión aportan sistematizaciones que pueden sernos útiles si las aplicamos también para entender la lógica y los aspectos relacionales de todas las discriminaciones.
Según Nancy Hartsock y Cristina Molina Petit, frente a la dominación, habría
1) resistencias que reproducen el sistema opresivo (sin conciencia).
2) resistencias que no reproducen, con guerra, con grandes conflictos visibles, como son las guerras de liberación y las producciones de oposición.
3) resistencias que sí reproducen (con conciencia de la opresión pero sin conciencia de la reproducción), con conflictos generalmente visibles y
4) no resistencias que sí reproducen, con conflictos, visibles o no.


Acción de Visibilizar

Como ya dije[1], la visibilización de la opresión es difícil y molesta.
En una sociedad que exhibe formas de discriminación como el pretendido “respeto por las identidades culturales”, y un discurso “igualitario”, las desigualdades son disonancias que tendemos a minimizar. A su vez, las formas de defendernos de las injusticias, tienden a ser desprestigiadas porque no encajan en los modelos hegemónicos, patrimonio de los sectores dominantes, que no sufren de injusticias. Y entonces quien denuncia, perturba el sistema, se convierte en paradigma de “lo molesto” con lo que es atacado/a y excluido/a.
Para intentar analizar algunas formas interesantes de resistencia, podemos establecer violencias a distintos niveles. Por ejemplo, a nivel
a) físico y concreto: para resistir sería necesaria una equiparación de fuerzas. ¿Cómo hacerla? A través de :
n ¿escaladas?
n ¿coaliciones?
¿Cuáles son las implicancias?
En este nivel el tema es muy complejo porque implica el riesgo de limitar una relación a una ecuación acción-reacción que excluya un importante componente relacional: la reflexión, en especial: la autorreflexión. Si hubo acción - reacción, la reflexión sólo hace su re-entrada si los protagonistas recuperan: amor y com-pasión, proximidad con el otro vivido como uno (semejante), respeto por uno y por el otro, conocimiento de uno/otro.
La reflexión modifica los significados, las dimensiones y los valores de las acciones. La autorreflexión modifica las propias acciones, como si se interpusiera un obstáculo en el camino automático de una rueda en movimiento.

A niveles socioculturales, b-c) habría que contrarrestar efectos como la subvaluación y la exclusión sociocultural.
Una corriente sociocultural que otorga valor a las personas sobre la base de su actual capacidad de producción, su capacidad de consumo, la acumulación y posesión de bienes y de dinero, excluye o disminuye el valor de aquellos seres que tendrían categoría de menos humanos porque no responden a esta propuesta.
Los efectos de la dominación a niveles socioculturales son tales que, a partir de los discursos de la cultura mencionados, algunos sujetos se perciben a sí mismos como subvaluados. Han hecho carne ese discurso social (impregna el cuerpo). Y ya no se necesita más la acción de un opresor externo para mantener ese efecto. Esas personas se asumen como “el otro”, como el “no uno”, aceptan ese lugar social. Una vez así asumidos, responden emocionalmente, y más aún, psíquicamente, con aceptación de su lugar de oprimidos. No producen lucha por la equiparación. No resisten, sino que, por el contrario, avalan la continuidad del sistema opresor. Hasta, a veces, se asocian con el opresor para reproducir con otros la opresión de que ellos mismos son objeto.
En este aspecto, las resistencias a este orden sociocultural pueden tomar la forma de refugios en el campo de las ilusiones, con discursos y emociones que enmascaren las diferencias, las nieguen, o las transformen en otras dimensiones supuestas. Por ejemplo, los discursos sociales de igualdad nos anestesian la percepción de estar inmersos en estructuras de dominación, y no nos permiten aceptar y considerar el valor de algunas acciones como estrategias de supervivencia en esa estructura. Me refiero por ejemplo, en el terreno del género, a la coquetería, a la seducción, a la sumisión, a la reducción de la esfera de acciones, a la reducción de la conciencia de la propia potencia, etc. La conciencia de opresión produce un tremendo malestar, y es más fácil y aceptable, produce menos fricciones, la negación de esa percepción. Pero desde mí No veo que no veo[2].
De hecho, sumergidos en la estructura de dominación, tenemos muy pocas experiencias de paridad, de igualdad con otros que también son Unos para sí mismos. Cuando disfrutamos una velada entre amigos, en la que deseamos que el tiempo no pase, en la que reímos, conversamos, nos contamos y nos hacemos bromas, esa sensación de límites difusos con el otro, esa sensación de placer, de no - presión, de decisiones tomadas consensuadamente de las que participamos todos, de comodidad, de dejarse estar, de sorpresa de aprendizajes o de aparición de ideas y soluciones impensadas, todas esas son emociones correspondientes a las esferas relacionales paritarias. Algunas novelas románticas, algunas descripciones del AMOR y del enamoramiento, también aluden a esa relación especial con otro, situación en la que no queremos nada productivo de ese otro, sólo estar con él o ella, sólo SU bienestar. Los enamoramientos no tienen por qué aludir sólo a la relación de pareja. Sí tienen que ver con ese placer indescriptible de disfrutar CON otro, con disfrutar con el placer del OTRO. Lamentablemente, en la organización de nuestra vida, esas sensaciones y momentos son escasos.


Lógica de la dominación. La dicotomía aristotélica

Muchas autoras provenientes del feminismo ponen énfasis en los efectos de la prevalencia de la lógica dicotómica aristotélica en el mantenimiento de las estructuras de dominación patriarcales.
La experiencia de la diferencia no es necesariamente valorativa. Sí lo es si se experimentan las emociones que promueve la lógica dicotómica aristotélica: la ecuación Uno/Otro = Uno/no Uno. Esa lógica, con sus principios de identidad, oposición y tercero excluido, no establece una serie de iguales pero diferentes, en la que A es distinto de B, distinto C, distinto de D, sino que propone que lo que no es A es no A. Esa exclusión promueve actitudes de antagonismo, implica todas las emociones que acompañan al antagonismo, como el miedo y la hostilidad, y no promueve, lamentablemente, otras actitudes menos duras como la curiosidad, la exploración de alternativas, las incertezas, etc., con sus emociones correspondientes. Para muchos pensadores del campo de la psicología, por ejemplo, es válida la idea de que automáticamente experimentamos antagonismo con respecto a lo desconocido. Sin embargo, otros investigadores sostienen que la socialización dirigida hacia diferencias experimentadas como discriminaciones sustituye la emoción de curiosidad que experimentaría el ser humano socializado en el discurso de la aceptación del Otro como un igual jerárquico. Re - aparece la actitud y la sensación de curiosidad si hago lugar al OTRO como alguien sólo diferente de mí, en la experiencia de que YO soy UNO para mí y TU el OTRO para mí, pero, con la posibilidad de la experiencia recíproca, desde ti como sujeto (YO), para quien yo soy OTRO.

Si prevalece la dicotomía, siempre es el mismo YO quien define la situación. El OTRO, desde esa perspectiva, queda descalificado, definido como opaco al conocimiento, misterioso, no se sabe lo que piensa, ladino, menos humano, es decir, un objeto, con existencia sólo de “función”. Como tal queda apartado de la historia, no testimonia, o su testimonio no se registra o no tiene peso, pero, igualmente, es necesario para operar como contraste con respecto al UNO, sujeto (Nancy Hartsock). Esto quiere decir que el OTRO no está nunca ajeno al Poder. Un intento extremo de negar esta afirmación fue lo intentado con los “desaparecidos” de Latinoamérica, quienes, al no existir ni siquiera como cadáveres, debían quedar reducidos a un vacío de existencia. El reclamo permanente de sus familiares y las redes solidarias construídas desde las entidades que agrupan a sus Madres, termina por otorgar a estos sujetos exterminados una presencia internacional que sus exterminadores nunca imaginaron.


RESISTENCIAS y CAMBIO


Algunos autores dejan entrever que el ORDEN del patriarcado y de la modernidad, con sus concepciones dicotómicas y jerárquicas fijas, no podría cambiarse. Siempre reaparecería (Foucault), debería sustituirse por otra conversación (Rorty), deberíamos resistir, pero algunos sospechan que al hacerlo nos deslizamos en la misma lógica de la violencia y el poder. (Shotter, Foucault), o defendernos a través de no permitir que otros nos definan.
El abuso estaría en la base de cualquier estructura de dominación, como uno de sus componentes. Pensar en un cambio, en la posibilidad de no reproducir estructuras de dominación, requiere:

1) Advertir y desestimar la dicotomía aristotélica como una lógica válida de análisis ontológico.
2) Auto-reflexionar para advertir los gestos, emociones, discursos y posicionamientos PROPIOS, de mí misma, en el orden de los sistemas a los que pertenezco, con los que contribuyo a su reproducción.

El sexismo, el racismo, el clasismo, el culturalismo, no son privativos de los grupos dominantes, sino que nos vienen impregnando como formas de dominio desde hace siglos.
Deberíamos estudiar y conocer más acerca del fenómeno de las Resistencias. Hay nuevas investigaciones y conversaciones acerca de las Resiliencias, como características defensivas posibles de algunos sujetos, más allá de lo esperable, en condiciones en que otros sucumbirían.
También sería importante profundizar acerca del fenómeno de las Irreverencias, de los Des-respetos [respeto por la persona, pero des - respeto por la función repetitiva que ella cumple en los sistemas]. El humor, que aparece ligado a esta conjunción respeto/irreverencia y sus vicisitudes, también es una cuestión a profundizar por su efecto altamente subversivo del orden jerárquico de los sistemas.


Familia y estructuras de dominación

¿Cómo aparecen estos fenómenos en la familia?
¿Es la familia una estructura de dominación?
¿Y la cultura? ¿Cómo aparecen estos fenómenos en la cultura?

El sujeto recortado como YO, con el uso de ese pronombre en el discurso, es propio de las visiones individualistas acerca de los seres humanos. Cuando alguien dice YO tiene una visión de sí mismo/a autocontenida, discriminada, pero poco relacional. Sólo los dominadores tienen acceso fácil y directo a este uso. Para los dominados, concientes de la necesidad relacional, el nosotros es de uso más corriente[3].
En nuestra práctica de terapeutas familiares, nos enfrentamos muchas veces al famoso uso del “nosotros”. Alguien del sector dominado, con actitudes incluyentes, habla en plural: “venimos preocupados porque Pedro no va bien en el colegio”. Desde nuestro conocimiento de la comunicación, sabemos que esa persona no se está discriminando como para reconocer las diferencias entre los distintos miembros de su sistema familiar. Lo regular es que se trate de la mamá que dice esto, mientras el papá está mirando el reloj o el techo (?). El queda incluido en los afectos familiares por la acción discursiva de ella, no por su propia actitud ni por su propio esfuerzo e iniciativa. Si ella no VE esto, y no lo verá desde su perspectiva de opresión, no verá que permite y avala un orden desigual entre ellos, que tal vez sea central para la dificultad de aprendizaje del hijo.
Y esto sucede regularmente de esta manera porque es a las Ellas a las que les corresponde ese trabajo relacional y a los Ellos el no darse cuenta siquiera si es que están presentes en ese espacio familiar porque Ella se lo sostiene. Desde el polo dominante, la no - visibilización del valor disminuido de la acción del otro, otra en este caso, contribuye a que no se modifiquen estas correlaciones.

En cuanto a las emociones propias de la opresión, y las “patologías” o desviaciones defensivas que devienen de ella, quiero mencionar tres en especial:

· la vergüenza, con sus corolarios de inhibiciones, paralizaciones y silencios testimoniales, en especial la vergüenza ajena.
· la envidia. Los franceses dicen J’ai envie de......por :yo deseo. Yo deseo es una afirmación más habitual en discursos de sectores dominantes. El hablar desde el yo es excluyente. El decir nosotros es inclusivo. La envidia es una emoción desprestigiada, pero, como aportan estudiosas del campo de la psicología, tal vez sea ésa la manera en que puede aparecer la manifestación del deseo para los oprimidos y oprimidas.
· los olvidos, las amnesias. Podemos “borrar” de nuestra memoria aquellos episodios, rostros, palabras que nos acerquen a perturbaciones. Cuando hablamos de la falta de memoria en este país nos referimos a la dificultad de recordar y tomar en cuenta episodios de nuestra historia política (como los asesinatos durante la dictadura militar) que nos perturban desde la realidad de la impunidad que sus miembros gozan.
· anestesias. Sólo negando los malestares y sus consecuencias se continúan algunas formas de asociación social.
· malestar - disconfort. Su percepción ayuda a decidir acciones que produzcan cambios.
· indignación: súbita aparición de la emoción ligada a la pertenencia a la especie con dignidad. También ayuda a producir decisiones importantes.
Los terapeutas podemos siempre continuar y reforzar una determinada distribución de funciones y poderes, o producir esos fenómenos reflexivos que traen crisis saludables.
Depende de nuestra libertad para dejar volar nuestra curiosidad, nuestra imaginación, nuestra creatividad, nuestra humildad para preguntar, cuestionarnos, y aceptar nuestros errores y nuestro NO - poder cambiar a los OTROS ni transformarlos en lo que nosotros queremos que sean.





María Cristina Ravazzola
[1] En mi libro “Historias Infames”, los Maltratos en las Relaciones. Editorial Paidós, Buenos Aires, 1997.
[2] Heins von Foerster, en Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad, compilado por Dora F. Schnitman, editado por Paidós, Buenos Aires, año 1995.
[3] En el idioma portugués es posible, y aún corriente, utilizar la forma “a gente” semejante a “nosotros”, en lugar de decir “eu”, “yo”. Al escribir en castellano, muchos de nosotros tenemos dificultad para definir claramente Yo digo..., y necesitamos decir Nosotros...

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