domingo, 4 de julio de 2010

SAVE THE CHILDREN Violencia contra la Niñez parte II


Material enviado por Mónica Casagrande


Se está presentando en varias partes


PARTE II


PRESENTACIÓN GLOBAL DELA ALIANZA INTERNACIONAL SAVE THE CHILDREN

ESTUDIO DE LA ONU SOBRE LA VIOLENCIA CONTRA LA NIÑEZ

10 puntos de aprendizaje esenciales

Escuchar y pronunciarse contra el abusosexual a niñas y niños



«Yo antes creía que por ser una niña no tenía derecho a protestar
cuando los niños y los hombres se portaban mal conmigo, pero
cuando me integré al club infantil, aprendí que tengo todo el
derecho a sentirme segura todo el tiempo. Puedo cuidarme y
puedo protestar cuando alguien trata de acosarme o de abusar de
mí. Mi cuerpo es mío y tengo derecho a protegerlo.»
Niña de 13 años, Nepal

Parte 1:
Introducción

Introducción: Para volver a confiar
«Todas las familias deben brindar suficiente cuido, atención y afecto a las niñas y
los niños para que así no busquen esa atención y afecto en otras personas, ya que
eso los hace vulnerables al abuso sexual.»
NIÑO, NEPAL

Las niñas y niños de todo el mundo sienten
enojo, miedo, dolor y tristeza porque la
sociedad adulta no previene el abuso sexual
y la explotación infantil. Los niños y las
niñas destacan la responsabilidad de los
adultos y preguntan: «¿Por qué no me
escuchan, no me protegen y por qué no se
pronuncian en contra del abuso sexual?»
Los niñas y las niñas cuestionan al
perpetrador, que en la mayoría de los casos
es alguien que ellos conocen, pero también
a todos los otros adultos, como son los
miembros de la familia y las amistades, a
las organizaciones de la sociedad civil y a
las instituciones públicas, a los
profesionales y a los políticos. Las niñas y
los niños perciben el abuso sexual como un
engaño y una traición por parte de la
sociedad adulta, que no se ocupa
debidamente de ellos. Debido a la falta de
protección, a las niñas y niños se les niega
el pleno disfrute de sus derechos, el
desarrollo de sus capacidades y su
verdadera participación en la sociedad.
El silencio del mundo adulto obliga a los
niños y niñas abusados sexualmente a
mantener ese silencio. En un estudio de
Bangladesh, el 97% de las niñas
sexualmente abusadas reportaron que sus
familias desconocían la situación. La
explotación sexual de niños varones tiene
lugar casi siempre a espaldas de los
miembros de la familia. Los niños y las
niñas dicen que sus padres no les creerían o
no los aceptarían, y que podrían hasta
amenazarles y castigarles si lo supiesen.
Incluso sus amistades y otros miembros de
la comunidad podrían rechazarles. Los
niños y las niñas reportan que son aislados,
alienados, ridiculizados y avergonzados. En
Siria, las niñas sexualmente abusadas
pueden hasta ser asesinadas y obligadas a
casarse con su violador. A los niños y niñas
también se les puede enviar a reformatorios
para delincuentes juveniles. En muchos
países, las niñas saben que se les aconsejará
que no le cuenten a nadie sobre la agresión,
ya que corren el riesgo de no casarse nunca.
Si una niña queda embarazada como
consecuencia del abuso sexual, es imposible
ocultar la agresión, y podría estar en riesgo
de sufrir un rechazo total. La percepción
común que existe en muchos lugares de que
a los niños varones no los pueden violar, el
estigma que rodea a la homosexualidad y
las normas concernientes a la masculinidad,
son todos obstáculos para que los niños
varones reporten el abuso sexual a sus
familias y a otras personas.
Aunque otros estudios revelan un número
mayor de niñas y niños que confían en los
adultos, y las repercusiones y la
revictimización parecen menos severas, el
tabú y el estigma social que rodea el abuso
sexual infantil en todas partes, sigue
haciendo que para los niños y las niñas sea
sumamente difícil hablar de esta forma de
abuso. Por lo general, no cuentan con la
debida información sobre sus derechos ni se
les dice que el abuso sexual es un delito.
Culpando a la víctima
Naturalmente que no es fácil revelar a los
adultos incidentes de abuso sexual, debido a
que es una experiencia muy personal y
dolorosa. Pero además, el estigma social y
los sentimientos de culpa al respecto son
también importantes factores que impiden
que los niños y las niñas informen a sus
familiares. Muchas veces la situación social
es tal que los niños y niñas sexualmente
abusados son a quienes primero se
culpabiliza y se les juzga, y son los que más
sufren de cualquier denuncia, puesto que a
los abusadores rara vez se les castiga. Por
varios motivos, muchos niños abusados
enfrentan serias dificultades para tener
acceso a la justicia – una situación que
aprovechan los abusadores para escapar del
castigo. Esto aumenta la impunidad y, con
ello, el temor a denunciar y la desconfianza
en el sistema judicial.

1 Incluso los sistemas
religiosos y otros sistemas de moral y ética
no defienden debidamente el derecho de la
niñez a que se le proteja de este daño.
En ese contexto de tabú, los niños y las
niñas pueden ser aislados de sus familias,
de su comunidad y de su sistema moral, así
como de la ley y la justicia. Y sin embargo,
dependen del apoyo emocional, económico
y moral de los mismos adultos que son a
veces quienes los someten al abuso sexual y
a la explotación. Por lo tanto, existen tres
fuerzas que mantienen a los niños
sexualmente explotados en situaciones
lesivas: el estigma social y el silencio; el
trauma no resuelto; y la dependencia en los
explotadores para su apoyo y
supervivencia

2. El secreto y la vergüenza
que rodean al abuso sexual y el aislamiento
social de los niños y niñas abusados son en
ocasiones percibidos por los propios niños
y niñas como peores que el mismo abuso.
En perpetuo temor de la violencia
No es de sorprender entonces que los niños
y las niñas se sientan vulnerables en
presencia de los adultos. En un estudio
detallado realizado en Uganda, niños y
niñas manifestaron vivir en perpetuo temor
de los adultos. En ese estudio, describieron
flagrante violencia en su contra; más del
98% reportaron experiencias de violencia
física y emocional, el 75.8% reportaron
experiencias de violencia sexual y el 74.4%
experiencias de violencia económica. Un
porcentaje significativo reportaron
experiencias de violencia al menos una vez
por semana, o más. Afirmaron que en
1 Valladares, E y Peña, R (2005) Informe nacional
sobre el abuso sexual en niños, niñas y adolescentes
en Nicaragua. Save the Children Noruega/ Centro de
Investigación en Demografía y Salud/ Cids Unan-
León.
2 Masud ali, a K M (2005) Good Practice and
lessons Learned: Working with the Child Survivors
of CSA and CSEC in Bangladesh. INCIDIN
Bangladesh/Save the Children Sweden-Denmark.
cualquier momento podían ser víctimas de
diferentes formas de violencia por parte de
cualquier adulto.
Se espera de ellas y ellos que toleren la
violencia y sean sumisos, y por lo tanto, sus
relaciones con los adultos se caracterizan
por la docilidad y la obediencia, más que
por el afecto y la confianza mutua. Los
niños y las niñas se sienten avergonzados,
reportan que se les ha inhibido su
espontaneidad y que se encierran en sí
mismos. De manera que la violencia
moldea lo que niños y niñas creen de sí
mismos y mina su confianza en sí mismos.
Es así que internalizan la culpa por lo que
les sucede y pueden abrigar deseos de
venganza, y en el otro extremo del continuo
emocional, pueden perder el optimismo y
pensar en quitarse la vida.
Tanto los hombres como las mujeres se
comportan de manera violenta hacia la
niñez, aunque son principalmente los
hombres quienes cometen abuso sexual
contra niñas y niños. Asimismo, las
funciones de género en las sociedades
refuerzan la percepción que tienen de sí
mismos los niños y las niñas. Son víctimas
y testigos de las maneras en que el poder y
la agresión se abordan en la comunidad, y
así aprenden las funciones de hombres y
mujeres. En Ruanda, por ejemplo, una
encuesta revela que dos tercios de las
mujeres consideran que es su deber
obedecer al marido tanto en privado como
en público. Una de cada dos mujeres
considera de suma importancia
salvaguardar en público la apariencia de la
autoridad de su marido, y tres cuartas partes
de las mujeres no divulgarían la violencia
que viven en su relación marital a menos
que fuera una violencia muy grave. En
Brasil, se afirma que pocas veces las
madres incriminarían a sus compañeros de
vida como abusadores infantiles. De igual
manera, los niños y las niñas aprenden a
mantener la apariencia de la familia
‘honorable’ y a sufrir en silencio la
violencia.
Las funciones de subordinación femenina
vigentes en casi todas partes, perpetúan la
violencia en contra de las mujeres, las niñas
y los niños, y se trasmiten de generación en
generación. Por consiguiente, el impacto y
el efecto de que las mujeres y las niñas
alcen su voz en defensa de sus derechos, y
de que los niños y los hombres las apoyen
emprendiendo sus propias medidas para
combatir la discriminación de género, la
violencia y el abuso sexual son invaluables
requisitos para el cambio. Si bien se
necesitan cambios que impliquen el
compromiso de toda la sociedad, existe la
necesidad absoluta de contar con buenos
modelos individuales de hombres y mujeres
que viven sus vidas de maneras que son
beneficiosas para las niñas y los niños.
Tanto las niñas y los niños que son
abusados sexualmente como las personas
que han perpetrado el abuso necesitan que
se les reincorpore a la sociedad mediante un
sistema judicial y la consejería sicosocial,
que fortalece la resiliencia de niños y niñas
y la voluntad de las y los abusadores de
hacer un aporte positivo para el desarrollo
de la sociedad.

Vínculos entre diferentes formas de
violencia
Muchas veces hay una relación entre las
diferentes formas de violencia, ya que un
niño que es víctima de una forma de abuso
puede también sufrir otras formas de abuso
en más de un entorno. Por ejemplo, un niño
que ha sufrido abuso sexual, muchas veces
sufre también amenazas y castigos.
Estudios en España indican que un tipo de
violencia contra la niñez va casi siempre
acompañado de otras formas de violencia.
Se encontró que el comportamiento del
perpetrador y del abusado suele ser muy
similar a los diferentes tipos de abuso. Sin
embargo, los estudios sugieren que es un
tan tanto más fácil para los perpetradores y
los abusados revelar un tipo de violencia
que no sea abuso sexual, debido a que la
violencia física y el comportamiento
humillante se consideran formas válidas de
‘disciplinar’ a los niños. Por otra parte, los
perpetradores de abuso sexual tenderán a
minimizar y a negar el abuso, y hay que
recuperar mucha confianza antes de que un
niño o niña revele el abuso.
Niños y niñas expuestos a varias formas de
violencia en la comunidad, y luego al
rechazo de su familia y de la comunidad,
pueden terminar ya sea en servidumbre
doméstica, en fábricas, en labores agrícolas,
en la calle o en la industria del sexo, y de
esa manera volverse muy vulnerables a la
explotación sexual. Este efecto secundario
de la violencia y el abandono no debe
subestimarse, ya que les deja sin protección
alguna contra la explotación sexual.
Resultados provenientes de todo el mundo
aportan evidencia concreta de que todos los
niños y niñas son vulnerables a la violencia,
y que una gran cantidad son víctimas de
violación. Esto no implica que todos los
adultos sean perpetradores; existen muchos
adultos e instituciones que trabajan
honestamente para ganarse la confianza de
niños y niñas, y de hecho les brindan cuido,
amor y cooperación. La vulnerabilidad de
todos ellos y ellas implica, sin embargo,
que existe la necesidad general de
replantearse la responsabilidad de la
sociedad adulta, afirmar los derechos de la
niñez y brindarle protección, así como crear
sistemas de protección infantil en todos los
niveles.
Al particularizar a determinados grupos de
niños y niñas como grupos en riesgo, se
puede subestimar la ocurrencia general de
la violencia y el abuso sexual, y reforzar el
estigma contra determinados grupos de
niños y niñas. Para entender el tema de la
violencia contra la niñez, es necesario
considerar los factores societales que
socavan la seguridad de la niñez. Niñas y
niños se vuelven vulnerables porque viven
en condiciones y entornos que los ponen en
riesgo y porque no se hacen esfuerzos
concertados para protegerles y garantizar
sus derechos.

Para romper el círculo vicioso de la
violencia
Los conceptos de los derechos y la
participación de la niñez son bastante
nuevos en casi todas las sociedades. La
Convención de los derechos de la niñez fue
adoptada por las Naciones Unidas en 1989,
aunque ya al principio del siglo XX
Eglantyne Jebb, la fundadora de Save the
Children, había insistido en los derechos de
la niñez y en la responsabilidad que tienen
los adultos en el otorgamiento de esos
derechos. Casi siempre se sigue
considerando que niños y niñas son
propiedad de la familia y que están bajo su
jurisdicción. Lo mismo ocurre en las
sociedades occidentales que tienen como
norma la familia nuclear y los derechos
individuales. Casi todas las demás
sociedades del mundo se basan en alguna
clase de cuidado comunal, lo que implica
que se comparte la responsabilidad por la
niñez y a los niños se les ve como un bien
para toda la comunidad. Sin embargo, en
ambas situaciones la familia y la comunidad
tienden a considerar que el abuso sexual
contra la niñez son una vergüenza y un
infortunio para sí, y a no comprender
debidamente el daño que se le ha causado a
la víctima. Diferentes formas de abuso
sexual, como es la violación a infantes y las
violaciones por parte de extraños pueden
provocar indignación generalizada, pero al
mismo tiempo existen muchas prácticas
abusivas que forman parte de tradiciones
culturales aceptadas, como son los
matrimonios a temprana edad, los varios
ritos de transición, prueba de virginidad y la
falta de seguimiento al abuso sexual en
nombre de la víctima.

El abuso sexual y la explotación infantil
constituyen graves trasgresiones de los
derechos humanos de las niñas y los niños.
La Convención de Naciones Unidas sobre
los derechos de la niñez protege en
particular a la niñez contra todas las formas
de violencia física y emocional. El abuso
sexual implica una invasión física y
sicológica, así como una ruptura de la
confianza. Las consecuencias pueden
dejarse sentir durante todo el ciclo de vida.
El abuso sexual daña la salud y el desarrollo
de la víctima y la priva del acceso a muchas
esferas de la vida. Por ejemplo, el abuso
sexual es uno de los factores que provoca
deserción escolar en la niñez. Las niñas
corren mayor riesgo, ya que las normas
sociales en materia de género las dejan con
poca o ninguna protección real. Aun las
niñas de muy poca edad pueden quedar
embarazadas, y tanto los niños como las
niñas pueden resultar infectados por el
vih/sida. Si su familia y su comunidad les
rechaza, pueden verse obligados a irse a un
entorno desconocido, donde pueden estar
expuestos a mayor violencia, explotación y
abuso sexual. La falta de protección contra
la violencia hacia la niñez en general, el
silencio que rodea los abusos —al negar o
minimizar su ocurrencia— y la falta de
seguimiento a los perpetradores, pueden
ocasionar un círculo vicioso de violencia
que se mantiene a lo largo de varias
generaciones
La investigación indica que hasta un tercio
de los perpetradores de abuso sexual
infantil pueden ser otros niños o niñas
menores de 18 años, y en otras formas de
violencia la proporción puede ser aún
mayor. El alto nivel de violencia entre
congéneres no implica, sin embargo, que
todo niño o niña que ha sido víctima de
violencia se convierte en un perpetrador.
Sino más bien implica que las culturas de
violencia engendran violencia. La
tolerancia a la violencia contra la niñez
puede ser alta hasta en las sociedades
democráticas que viven en paz. Otra razón
que cabe destacar es la baja posición que
ocupa la niñez en la sociedad, y la falta que
tienen los propios niños de un
entendimiento cabal de sus derechos y de su
importancia. A la niñez no se le dan las
debidas oportunidades para que participe en
la sociedad, y los adultos ni les escuchan ni
les toman en serio cuando quieren revelar
casos de abuso sexual. No hay que olvidar,
sin embargo, que muchos niños y niñas
víctimas de abuso se convierten en
protagonistas activos en búsqueda de una
solución para su propia situación y la de sus
congéneres.

Ganar confianza
A pesar de la desoladora situación que
enfrenta la niñez víctima de abuso sexual,
hay motivos para ser optimista. Hay una
creciente sensibilización y debate en torno
al tema, se han hecho enmiendas a las leyes
y a los procedimientos judiciales y los
gobiernos y las organizaciones han puesto
en práctica un caudal de medidas y
proyectos dirigidos a prevenir el abuso
sexual y a proteger a la niñez. La protección
y el empoderamiento de la niñez van a ir
aumentando si estos avances conducen a
que los gobiernos retomen plenamente su
responsabilidad de combatir el abuso
infantil, a una mayor evaluación de los
programas y a una mayor participación de
la niñez y la juventud en la educación entre
congéneres y en el diseño de la
implementación de los programas.
Los gobiernos están elaborando políticas y
marcos nacionales y diversas
organizaciones están participando en el
fortalecimiento de la capacidad de las
personas encargadas de brindar atención a
la niñez. Sin embargo, se necesita asegurar
suficientes presupuestos para poner en
práctica estrategias relevantes y aumentar la
cooperación entre todas las partes para que
haya un seguimiento eficiente.
El objetivo de este informe es describir e
investigar algunos de esos cambios
mediante estudios de las buenas prácticas y
el señalamiento de la falta de avance en
ciertas esferas. El informe también hará
recomendaciones concretas al estudio de la
ONU sobre la manera de abordar el abuso
sexual infantil. Otro objetivo de este
informe es escuchar la voz de la niñez. Los
estudios que conforman los antecedentes
del informe provienen todos de información
proporcionada por niñas y niños.
Asimismo, las futuras estrategias e
intervenciones contra el abuso sexual
infantil deberán basarse cada vez más en las
experiencias, puntos de vista y participación
de la niñez.
La niñez necesita el apoyo de los adultos. Si
han sido víctimas de violación y de abuso
sexual necesitan atención y apoyo durante
mucho tiempo para que puedan recuperar la
confianza en sí mismos y en el mundo
adulto. Los progenitores y las familias, por
lo tanto, pueden también necesitar apoyo
mediante políticas y programas de bienestar
sociales, a fin de fortalecer sus habilidades
como progenitores y su comprensión de la
importancia de los derechos humanos para
sí mismos y para su prole. También pueden
necesitar apoyo para que puedan orientar a
sus hijos e hijas de tal manera que se revele
el verdadero potencial de estos niños y
niñas para beneficio de toda la familia. Este
tipo de apoyo para las familias puede ser un
mecanismo poderoso para prevenir la
violencia contra la niñez. La comunidad en
la que vive la familia también puede
requerir apoyo mediante políticas
nacionales y mediante la acción y la
promoción de medidas por parte de los
propios miembros de la comunidad en un
afán por prevenir y proteger a la niñez de la
violencia y el abuso sexual.
Como se señala en este informe, los niños y
las niñas están participando en la sociedad
y son plenamente capaces de interpretar e
influir en sus propias vidas. Asimismo,
están actuando para enfrentar la violencia y
el abuso sexual. Una asociación
significativa entre adultos, niños y niñas
requiere respeto y confianza mutuos,
además de un compromiso sostenido y de
largo plazo.
Este proceso requiere que los adultos dejen
atrás algunas de sus perspectivas
tradicionales y asuman el reto de entablar
un diálogo con la niñez en el idioma y
desde la perspectivas de la niñez. Tal
asociación podría transformar los
inevitables desequilibrios de poder y de
posición entre adultos y niños de ambos
sexos, y por lo tanto, es fundamental en la
lucha contra el abuso sexual y la
explotación de la niñez.
El primer paso en este proceso de
transformación es escuchar a la niñez e
involucrarla, junto con la juventud, en el
diseño de programas eficaces de prevención
y recuperación. El siguiente paso es buscar
una reconexión con nuestras propias
experiencias personales y entender el
sufrimiento que estamos causando a otras
personas cuando repetimos la violencia y el
comportamiento humillante y degradante.
Una vez hecho eso, no deberá ser difícil
pronunciarnos, y así cada uno de nosotros
puede ser un agente de cambio.

2. Propósito y metodología
«Quisiera poder contarle a alguien, como a mi mamá, lo que pasó, pero
jamás lo voy a contar porque no me gusta lastimarlos, y yo los he visto
sufrir mucho y no quiero herirlos más contándoles lo que me pasó».
NIÑO, CANADÁ

Save the Children está contribuyendo a los
esfuerzos de Naciones Unidas mediante el
estudio de las formas, causas e impacto de
la violencia que afecta a la niñez y a la
juventud. Los miembros de Save the
Children están aportando de diversas
maneras al estudio de la ONU, como por
ejemplo, entregando estudios de sus
diferentes programas y de su trabajo de
incidencia a la Secretaría de la ONU,
participando en la organización de
consultas de la ONU en las regiones y
produciendo material relevante, como son
estudios globales y temáticos sobre la
participación de la niñez, el castigo físico y
degradante, el abuso sexual y la explotación
infantil, y la niñez en conflicto con la ley.
En este estudio, Save the Children presenta
las lecciones de casi dos décadas de trabajo
y de programa de incidencia en contra del
abuso sexual en niñas y niños. Después de
que las Naciones Unidas adoptaron la
Convención de los derechos de la niñez en
1989, Save the Children fue organizando
gradualmente y poniendo en práctica su
trabajo contra el abuso sexual y la
explotación infantil. Save the Children hizo
importantes aportes al primero y segundo
congreso mundial contra la explotación
sexual comercial de la niñez, celebrados en
1996 y 2001, respectivamente, y también
está trabajando para asegurar que se preste
atención al abuso sexual en el hogar, en el
entorno local, en las escuelas, instituciones,
etc. La organización ha establecido una
política y participa a nivel nacional y
regional reforzando continuamente su
trabajo contra todas las formas de abuso
sexual infantil.
Este estudio evalúa las experiencias de
Save the Children con el trabajo en contra
del abuso sexual y la explotación infantil en
todo el mundo. Se centra en la esencia de
sus experiencias de programa, sus
percepciones y las ‘principales joyas’ de su
aprendizaje, que se presentan como los diez
puntos de aprendizaje esenciales. Save the
Children ha investigado si su trabajo ha
sido en el interés superior de la niñez y si
ha contribuido al desarrollo de ésta, y de ser
así, cómo lo ha hecho. ¿Cómo percibe los
desafíos y las estrategias en que ha tenido
éxito? Este análisis condujo a la
formulación de los puntos de aprendizaje,
los que pueden servir como guía para
establecer buenas prácticas y políticas.
Trece programas de país de Save the
Children: Canadá, Colombia, Brasil,
Nicaragua, África del Sur, Mozambique,
Ruanda, Uganda, Siria, Nepal, Bangladesh,
Rumania y España, participaron en el
análisis, aportando sus experiencias y las de
sus socios, así como las de los gobiernos y
sociedades civiles en general, en el combate
contra el abuso sexual infantil, en una serie
de contextos culturales, socioeconómicos,
políticos y religiosos. También se
incluyeron las buenas prácticas de otros
miembros de Save the Children, así como
de fuentes académicas y de otra índole. Se
ha puesto énfasis en el hecho de que el
aprendizaje refleja lo que niñas y niños de
diferentes edades sienten, piensan y viven
en torno al abuso sexual.

Metodología
A los miembros participantes de Save the
Children se les pidió que elaboraran
informes de país donde se presentara un
análisis de la situación concerniente a los
datos existentes y al marco jurídico, se
identificaran las buenas prácticas y las
lecciones aprendidas de los programas de
país en curso, y se facilitara la participación
de la niñez en el estudio. Se contempló que
a todo lo largo del estudio se aplicara el
enfoque de los entornos donde se describe
el abuso sexual contra la niñez, en el hogar
y en la familia, en las escuelas y en el
entorno educacional y en otros entornos
institucionales, en la comunidad y en las
calles, y en el ámbito laboral.
La obtención de información y el análisis
debía guiarse por los siguientes puntos de
aprendizaje esenciales que han inspirado el
trabajo de Save the Children en los últimos
veinte anos. En los puntos de aprendizaje se
aborda el ciclo de los programas y la
incidencia, un enfoque programático de
derechos básicos de la niñez, y principios
fundamentales para la prevención,
recuperación y reintegración de la niñez
afectada por el abuso sexual y la
explotación.
Los puntos de aprendizaje son:
1. Escuchar a las niñas y los niños
2. Justicia para la niñez
3. Una responsabilidad compartida para
prevenir el abuso sexual infantil. El
enfoque multisectorial y
multidisciplinario.
4. Que la niñez ocupe un lugar en
nuestros corazones. La apropiación
comunitaria y el desafío para los
adultos.
5. Las causas fundamentales:
sexualidad, poder y cultura
6. La responsabilidad del abusador.
7. La participación de la niñez, y la
educación en un entorno confiable
8. La amenaza letal del sida.
9. La promoción de nuestro mensaje
mediante la incidencia
10. Proceso de aprendizaje;
seguimiento, evaluación y elementos de
calidad.
.
Los estudios de país se basan en fuentes
secundarias y en la recopilación de datos
primarios. Los investigadores utilizaron los
datos disponibles más recientes, y basaron
sus análisis cualitativos en datos
cuantitativos, entrevistas, discusiones con
grupos focales —conformados por
profesionales, niños y niñas—, talleres y
estudios minuciosos de las investigaciones
disponibles
Se pretendía que las investigaciones y el
diálogo con niñas y niños se hicieran de
conformidad con las directrices de Save the
Children1 concernientes a la participación
significativa y ética de niños y niñas en las
investigaciones. Un enfoque ético y
significativo hacia la participación de la
niñez implica un compromiso con la
transparencia, la honestidad y la
responsabilidad, un enfoque confiable en el
que la protección de los derechos de la
niñez se salvaguarda debidamente, un
enfoque no discriminatorio que asegure que
todo niño o niña, independientemente de su
género, capacidad, idioma, origen étnico,
etc., tenga la misma oportunidad de
involucrarse en un enfoque «adaptado para
la niñez», que le permita aportar lo mejor
de sí.
Los miembros de Save the Children
contrataron consultores para que llevaran a
cabo la investigación, y supervisaron muy
de cerca ese proceso investigativo. Gran
parte del material recopilado procede del
trabajo de muchos años de Save the
Children y de sus socios, aunque también
cubre múltiples actividades realizadas por
varios actores que funcionan en una
dinámica interrelación en los países
estudiados. Los estudios son integrales y
cubren muchas áreas, temas y datos de
diversas fuentes. Por consiguiente, cada
informe de país tiene su propio valor, al
brindar detalles del abuso sexual infantil en
ese país en particular. Asimismo, los
estudios de los miembros de Save the
Children constituyen el material empírico
para este informe, que resume algunas de
las principales conclusiones. El autor de
este informe sumario tuvo bastante libertad
para seleccionar y editar los contenidos, y
es el responsable del análisis final. Las
referencias que se hacen provienen de los
estudios de país y no de las fuentes

1 Véase: So You Want to Consult with Children and
So You Want to Involve Children in Research. [De
manera que desea consultan con los niños y niñas e
involucrarles en las investigaciones]. Disponible en
http://www.savethechildren.net/


primarias, y sólo se hacen cuando no es
obvio a qué informe de país se refiere el
texto. Todos los informes de país se
incluyen en una lista al final del informe.
También se incluyen dos estudios de
Uganda y Mozambique. A menos que se
indique otra cosa, las referencias provienen
de los estudios de Sewannyana
et.al/Uganda y Save the Children Noruega
en Mozambique.

3. Definición de abuso sexual y explotación infantil
«Cuando yo era niña, mi papa usaba drogas, y cuando mi mama salía, él
me manoseaba, me tocaba mis partes … Yo no entendía lo que pasaba,
yo era sólo una niña, tenía seis años o menos. Él me decía que eso era
un secreto entre los dos, y yo no debía decírselo a nadie. A veces me
hacía cosas que me dolían, y yo sentía vergüenza y no quería que nadie
me viera, y entonces me escondía. Me sentía culpable y lloraba mucho,
me sentía distinta …(llorando) …Todavía me afecta, es algo que nunca
he podido superar».
NIÑA 17, NICARAGUA

En las políticas de Save the Children se define el
abuso sexual y la explotación infantil como: «...la
imposición de actos sexuales, o actos de matiz
sexual, a un niño o niña, por parte de una o más
personas ». 1
El abuso sexual se refiere al acto abusivo
inmediato contra un niño o niña, y constituye la
base para explotarlo a él o a ella; incluye manoseo
indecente, penetración y tortura, además de
exhibición indecente, uso de lenguaje sexual
explícito hacia un niño o niña, y mostrarle
material pornográfico. Las personas que cometen
abuso sexual infantil pueden tener una relación
emocional o profesional con sus víctimas, en la
que explotan su posición de confianza y poder.
Sin embargo, los niños y las niñas pueden ser
sexualmente explotados por abusadores o terceras
personas que tienen en el niño o niña un interés
comercial o de otra índole.
La edad establecida por la ley para dar
consentimiento define cuándo se considera que un
niño o niña tiene la suficiente madurez para
consentir la práctica de relaciones sexuales
mutuamente deseadas. En algunos países, esa
edad es de apenas doce años, y la edad
socialmente aceptada puede ser incluso menor.
Sea cual fuere la edad admitida por la ley para dar
consentimiento, según la Convención sobre los
derechos de la niñez, cualquier niña o niño menor
de dieciocho años está protegido contra todas las
formas de abuso sexual y explotación.

1 Alianza Internacional Save the Children (2003) Política de
Save the Children: Protección de la niñez contra el abuso
sexual y la explotación. La política está disponible en
http://www.savethechildren.net/

Los gobiernos, las Naciones Unidas y las
organizaciones no gubernamentales, siguen
haciendo referencia a ‘pornografía infantil’ y
‘prostitución infantil’. Save the Children
considera que esos términos podrían encubrir el
elemento de explotación y la falta de protección,
ya que la pornografía infantil es en realidad un
registro del abuso sexual, y la prostitución infantil
constituye explotación sexual y abuso. Lo mismo
podría decirse del término trabajo sexual.
La pornografía infantil2, por ejemplo, es un
registro visual de un delito que se está cometiendo
y, cuando se están grabando las imágenes, los
niños y niñas que allí aparecen están siendo
sometidos a actos degradantes, abusivos y
humillantes. En ciertas imágenes se observa a
niños y niñas a quienes se golpea o se les quema,
o se les somete a depravaciones sexuales
torturantes, mientras que en otras se les obliga a
posar en situaciones sexuales ofensivas con
adultos, o con otros niños o niñas, o con animales,
y se les somete a manipulación y abuso que tienen
un efecto sicológico perturbador. No se puede
producir ninguna imagen pornográfica sin que
medie el sufrimiento o la explotación infantil.
Aunque la expansión del Internet constituye en
muchos respectos un desarrollo positivo para la
niñez y la juventud, el hecho es que delincuentes,
individuos y grupos organizados también utilizan
esa tecnología como un medio para producir,
acopiar y distribuir imágenes de abuso sexual
infantil.

2 Save the Children Europe Group (2005) Documento de
posición sobre imágenes electrónicas de abuso sexual y otra
explotación sexual de niños y niñas relacionada con Internet.
Disponible en http://www.savethechildren.net/.

Abuso de poder y conquista
En la mayoría de los estudios de país se utilizó
alguna variación de las definiciones acuñadas por
Save the Children. En ellas se subraya que el
abuso sexual es un abuso de poder, donde una
persona identifica, conquista y persigue a un niño
o niña para su propia complacencia o con fines de
explotación comercial.
Según la definición utilizada en África del Sur, el
abuso sexual infantil es una violación sexual
perpetrada por una persona que tiene, o se percibe
que tiene, poder sobre el niño o niña. La
explotación sexual infantil incluye actos de abuso
sexual infantil, pero también se refiere a terceras
personas que organizan, participan o se lucran de
esas actividades, y cuyos motivos no son
necesariamente sexuales.
Los perpetradores, pues, pueden explotar la
diferencia de madurez biológica y sicológica, de
experiencia y expectativas, de género, edad y
posición, que implican todas que un niño o niña
no es verdaderamente libre para decidir, y por
consiguiente, es imposible pensar que ha ocurrido
una relación consensuada. Asimismo, la coerción,
la presión, el engaño o el uso de fuerza física son
por sí mismas suficientes para determinar que ha
ocurrido abuso sexual infantil,
independientemente de la edad del perpetrador.3
Muchas veces las diferentes definiciones separan
el abuso sexual entre formas de abuso con
contacto y sin contacto. Esta división no
necesariamente implica que las consecuencias
para la víctima son de mayor o menor gravedad.
A un niño o niña que vive en entornos en que está
continuamente expuesto a actividad sexual y a
quien se aborda de una manera sexual, puede
causársele tanto daño como a un niño o niña a
quien se le tocan o se le manosean las partes
íntimas de su cuerpo. Sin embargo, muchas veces,
si hay abuso sexual infantil, éste ocurre tanto con
contacto como sin contacto.
Niñas y niños de Bangladesh explicaron que las
formas de abuso sexual sin contacto incluyen:
mostrar fotografías obscenas, lenguaje sexual,
gestos sexuales, exhibición de genitales, mirarle

3 Valladares, E and Peña, R (2005) National Report on
Child and Adolescent Sexual Abuse in Nicaragua. Save the
Children Norway/ Centro de Investigación en Demografía y
Salud/Cids Unan-León.


el cuerpo a las niñas y niños y hacerles
proposiciones sexuales. Las formas de contacto
pueden incluir tocar, presionar, apretar, pellizcar,
acariciar, manosear, o hacer cosquillas en los
genitales, los muslos, el abdomen, las nalgas, el
pecho, los senos, el cuello y las manos.4 La
violación, por supuesto, constituye abuso sexual,
y a un niño o niña se le puede abusar también
mediante la penetración anal, vaginal u oral con
un objeto. Un niño o niña puede ser obligado a
realizar actos sexuales con objetos y animales
mientras otros le observan, o se le puede inducir a
participar en actos pornográficos o en
prostitución.5
En Uganda, los niños y las niñas contemplaron el
abuso sexual infantil en el contexto de todas las
formas de violencia de las que podían ser
víctimas, tales como: el trabajo infantil, la tortura,
ofensas contra la castidad, matrimonio precoz,
secuestro y negligencia por parte de la familia. La
violencia y el abuso sexual se refieren a actos que
directa o indirectamente lesionan física o
emocionalmente a un niño o niña. También se
refiere al daño que se le causa a su dignidad e
integridad.
Puesto que la información proveniente de Ruanda
sugiere que las mujeres y las niñas son
mayoritariamente las víctimas de violencia
sexual, se hace referencia al abuso sexual infantil
en términos de ‘violencia basada en el género’ y
‘violencia contra las mujeres’.
El abuso sexual infantil suele describirse como
incesto, y puede definirse como abuso sexual
entre miembros de la familia, pero también como
«abuso sexual perpetrado por alguien con quien la
víctima tiene una relación de confianza»6 y ahí se
implica el hecho de que la mayoría de los niños y
niñas son abusados por alguien en quien
normalmente confían.
La conquista se refiere al proceso mediante el
cual el abusador atrae y manipula al niño o niña a

4 Masud ali, a K M (2005) Good Practice and Lessons
Learned: Working with the child survivors of CSA and
CSEC in Bangladesh. INCIDIN Bangladesh/Save the
Children Sweden/Denmark
5 Valladares, E and Peña, R (2005) National Report on Child
and Adolescent Sexual Abuse in Nicaragua. Save the
Children Norway/ Centro de Investigación en Demografía y
Salud/Cids Unan-León.
6 Support centre against Incest, Oslo.


la relación sexual, y hace que la víctima guarde el
secreto del abuso.
Los niños y niñas en los estudios de país
reportaron que el abuso sexual ocurre en todas
partes: en el hogar, en la familia, en el poblado,
en la comunidad, en el lugar de trabajo, en los
institutos de educación, en las instituciones, en
lugares solitarios, en sitios públicos, en entornos
religiosos y en las calles, así como en prisiones,
correccionales, en refugios organizados por las
agencias de gobierno y por organizaciones, y en
burdeles. El perpetrador puede ser cualquier
persona: un amigo, un familiar, un líder religioso,
un docente, una persona que trabaja con niños, u
otras que la víctima conoce en la comunidad, así
como personas extrañas.
En los estudios se señala la dificultad de que
diferentes actores utilicen diferentes definiciones
para hacer afirmaciones generales. Varias
definiciones pueden tener algunos puntos en
común, pero por otro lado pueden variar según el
contexto jurídico del país. Otra dificultad que se
presenta para lograr un entendimiento común es
que ciertas prácticas que forman parte de las
tradiciones culturales pueden definirse como
abusivas. Como ya se señaló, no es inusual que,
por ejemplo, se considere el abuso sexual como
un acto que no es en primera instancia nocivo
para el niño o la niña, sino más bien para la
familia y la comunidad. El matrimonio precoz es
otro ejemplo de este tipo de situaciones.
Así pues, el desafío es formular una definición
internacional de amplio uso. Una definición
internacionalmente acordada permitirá el
desarrollo de estudios de línea de base y de
indicadores del avance a nivel nacional, regional
y global. Para poder proteger a niñas y niños
contra la presión y el abuso es preciso hacer
recomendaciones concernientes a la edad
legalmente definida para el consentimiento y el
matrimonio, y buscar la forma de contribuir a un
mejor entendimiento de lo que es un acto de
abuso y un acto de explotación. Tal
discernimiento se basaría en las crecientes
capacidades y madurez de la niña o niño para que
así pueda relacionarse de manera saludable con
los demás, y fortalecer la percepción positiva que
tiene de sí.
Las investigaciones de Brasil y Colombia definen
la prevención del abuso sexual infantil como
acciones dirigidas a reducir los factores que crean
situaciones de riesgo y a fortalecer los factores de
protección. La protección implica restaurar los
derechos que han sido trasgredidos, ofreciendo a
niños y niñas mejores condiciones y mejor
calidad de vida, así como tratamiento y
consejería.

4. Magnitud del abuso sexual en un enfoque de entornos
«Los hombres en la calle me tocan los senos como si fueran propiedad pública. Nadie dice
nada. Sólo ríen.»
NIÑA, 16 , UGANDA

La naturaleza furtiva del abuso sexual infantil y el
hecho de que no se revele en toda su magnitud,
hace que sea difícil establecer la dimensión del
problema. Esto se complica por la falta de una
base de datos centralizada sobre la violencia
sexual contra la niñez. Ninguno de los países en
este informe tiene datos adecuados sobre los
delitos sexuales en contra de la niñez, y tampoco
existen sistemas de seguimiento centralizados
para registrar las estadísticas concernientes al
abuso sexual y a la explotación infantil, lo que
también contribuye a que no se pueda determinar
la magnitud del problema.
No obstante, los registros de la policía y los datos
compilados por otras agencias públicas, las
experiencias de las organizaciones
gubernamentales y de la sociedad civil que
brindan servicios a la niñez; las encuestas y las
investigaciones muestran una y otra vez que en
las estadísticas sobre delitos sexuales la
representación de la niñez es significativa. Los
estudios de país también señalan el temor que
muchas niñas, y niños también, sienten hacia el
abuso sexual. Los recursos disponibles, por
consiguiente, ponen fuerte énfasis en la
importancia de esta forma de violencia en las
vidas de niñas y niños. No obstante, hay que tener
cautela al evaluar los datos existentes, ya que se
utilizan diferentes definiciones y hay variaciones
en la representatividad.
Los estudios señalan que el abuso sexual infantil
está aumentando. Sin embargo, no está claro
cuánto de esto se debe a un incremento en el
número de casos, y cuánto a una creciente
sensibilización y denuncia del abuso sexual
infantil. Es probable que sea una combinación de
ambas cosas. En general, existe evidencia de que
un incremento en el número de casos reportados
podría explicarse por un creciente reconocimiento
de que el abuso sexual infantil no es un acto
privado, y debe denunciarse, penalizarse y
enfrentarse de manera tal que permita a la víctima
recuperarse y reintegrarse a la sociedad. Después
de que la familia de Rosita, una niña nicaragüense
de nueve años que fuera sexualmente abusada en
Costa Rica en el 2003, denunciara públicamente
el caso, hubo un incremento de al menos el 7% en
las denuncias de abuso sexual en Nicaragua.
En Ruanda, la información disponible muestra
que ha habido un incremento sustancial en el
número de casos denunciados ante la policía,
debido a una creciente sensibilidad, especialmente
dentro de las ciudades, una mayor motivación
para que se denuncien los casos, una mayor
comprensión por parte de la policía y del personal
médico, exámenes médicos físicos gratuitos y
actividades de sensibilización en las escuelas, las
comunidades y mediante programas radiales. Al
igual que en los otros países, los principales
obstáculos para la denuncia del abuso infantil en
Ruanda son sobre todo el estigma, una sociedad
machista, problemas al denunciar y enjuiciar a los
perpetradores, pobreza y la falta de conocimiento,
por parte de las víctimas, en lo que respecta a sus
derechos.
Existe, sin embargo, clara evidencia de crecientes
actividades delictivas concernientes con la trata
de niñas y niños con propósitos sexuales, con su
explotación por parte de viajeros, y su explotación
sexual en delitos relacionados con la pornografía
y el Internet.
Los estudios muestran también que si bien se han
realizado investigaciones sobre el abuso sexual
vinculado a ciertos grupos, como por ejemplo
niñas, otros grupos han recibido menos atención.
Por ejemplo, es poco lo que se sabe sobre el
abuso sexual contra los niños varones, contra
niños y niñas de muy corta edad o que crecen en
burdeles, pero se sabe más sobre el riesgo del
abuso sexual que corren los adolescentes de
ambos sexos. Existe también una tendencia a que
ciertos temas, como la trata o el abuso sexual de
niños y niñas en zonas de guerra, ocupen espacios
de primera plana en ciertos países, mientras que
otras formas de abuso sexual reciben menos
atención.
Se sabe que los niños y niñas son sexualmente
abusados en el hogar y en la comunidad, pero es
poco lo que se sabe sobre la magnitud de este
delito. Las investigaciones, los casos de abuso
sexual y los propios testimonios de niños y niñas
atestiguan que el abuso sexual ocurre sin duda en
esos entornos. Y aunque se ha dado cierta
atención al abuso sexual infantil en algunos
entornos institucionales, es muy poca la
investigación que ha salido a luz al respecto. Se
sabe, aunque muy poco, que ocurre en los centros
de detención, de rehabilitación y en las
instituciones infantiles, y se sabe aún menos sobre
el abuso sexual infantil en hogares sustitutos y en
otros entornos donde se supone que ‘buenas’
personas cuidan de los niños. Se incluyen ahí
organizaciones de la sociedad civil que trabajan
en pro del interés superior de la niñez.
Esto conduce a la falta de investigación y de
estadísticas sobre los perpetradores, aunque
últimamente se ha prestado más atención a ello y
se han realizado investigaciones que muestran que
los abusadores comúnmente son bastante
similares al resto de la población en general y que
pueden llevar una vida supuestamente normal. En
primer lugar, esto indica que la condición de
subordinación y dependencia de la niñez facilita
que se invadan los límites personales, y en
segundo lugar, que los perpetradores pueden
hacerlo sin arriesgar mucho con respecto al resto
de la sociedad.
Por consiguiente, es necesario hacer
investigaciones sobre la condición de
subordinación de la niñez, sobre sexualidad, sobre
agresión, sobre poder y control, así como sobre lo
que sucede a nivel personal cuando se trasgreden
los límites. Obviamente, saber más sobre los
perpetradores, quiénes son y cómo piensan, es
importante para conocer mejor el riesgo que
representan para la niñez. También es preciso
tener mayor información sobre niñas y niños que
son perpetradores, así como sobre mujeres que
cometen abusos contra la niñez. Este
conocimiento complementaría la percepción de la
niñez en riesgo, y agregaría valiosa información
para mejorar los sistemas de seguimiento
nacionales. Por supuesto, también se necesitan
estudios sobre el andamiaje societal para explicar
el bajo nivel de conocimiento, la falta de
estadísticas y de seguimiento sobre el tema.
La familia y la sociedad son elementos centrales
en la vida de la niñez, por tanto, se requieren
investigaciones sobre buenos patrones de crianza
y buenos modelos de comunidad con los que se
puedan crear mundos seguros para la niñez.
También hay que averiguar más sobre los
principales factores implicados en la construcción
de comunidades adaptadas para la niñez, donde
niñas y niños quieran vivir, trabajar y fundar sus
propias familias.
Es preciso también examinar los riesgos del abuso
sexual durante el ciclo de vida de un niño o niña.
Desde Canadá se reporta que niñas menores de
once años son particularmente proclives a ser
víctimas de delitos sexuales en la familia, más
que en cualquier otro lugar, mientras que el riesgo
de victimización sexual para niñas y niños se
extiende más allá de la familia a medida que
crecen. Entre los 12 y los 17 años suelen estar
más sujetos al acoso sexual por parte de amistades
y personas conocidas. Muchos niños y niñas
sexualmente abusados en la propia familia
terminan en las calles y en el negocio del
comercio sexual, donde son sumamente
vulnerables a más abuso sexual y a explotación.
La niñez puede ser víctima de abuso en varios
entornos al mismo tiempo, y serán los diferentes
contextos culturales los que definan las
situaciones que implican riesgo para niñas y
niños.
Existen algunas estadísticas sobre niños y niñas
que son asesinados como consecuencia del abuso
sexual infantil, pero sólo podemos conjeturar que
la cantidad de los que mueren como resultado del
abuso sexual es mucho mayor, debido a que la
muerte de un niño o niña probablemente se
catalogue bajo otras categorías. Lo mismo puede
decirse del suicidio por causa de abuso sexual.
Los hospitales, los pabellones de siquiatría, y los
centros de salud rara vez brindan estadísticas
sobre niños o niñas que han sido física y
mentalmente lastimados por motivos sexuales.
Incluso las instituciones y los trabajadores que se
encargan de atender a la niñez pueden titubear en
cuanto a declarar este tipo de abuso. Se sabe que
los niños pueden resultar lastimados por causa de
un matrimonio precoz o de ciertas prácticas
tradicionales, pero se sabe menos hasta qué punto
los niños y niñas perciben esas prácticas como
abuso sexual y como lesivas para su persona.
Es obvio que para tener estadísticas correctas
sobre abuso sexual infantil se necesita una
agencia centralizada de seguimiento que recopile
datos a partir de múltiples fuentes, y que el abuso
sexual infantil sea una categoría reconocida para
presentar una demanda.

¿Qué dicen las estadísticas y la investigación?
Suráfrica
En Suráfrica ‘Childline’ brinda servicios a la
niñez víctima de abuso y a sus familias, y en los
últimos diez años ha observado un incremento del
400% en el número de casos de abuso sexual
infantil reportados. Asimismo, señala que las
víctimas son cada vez más jóvenes: en el 2001,
más del 50% tenían menos de siete años. Según la
policía, los tres delitos más comunes cometidos
contra la niñez en el 2000 y el 2001 fueron el
estupro, el intento de agresión y la agresión con
intención de provocar lesión corporal grave.
Entre enero y septiembre del 2001, la policía
recibió más de 15,500 denuncias de casos de
estupro o intento de estupro. La policía calcula
que unos 28,000 niños de ambos sexos están
involucrados en la industria del sexo y que en
Ciudad del Cabo los niños y las niñas constituyen
el 25% de las y los trabajadores sexuales.
Canadá
Según las estadísticas canadienses, la niñez
representa el 23% de la población, pero constituye
hasta el 61% de las víctimas de abuso sexual. Un
porcentaje relativamente alto de niñas y niños
entre los cuatro y los siete años son víctimas de
abuso. Sólo el 9% de los delitos sexuales son
cometidos por extraños, y el 14% de los
homicidios con un trasfondo sexual implica a
niñas y niños menores de 15 años. En Canadá, de
los niños y niñas que viven en la calle y que están
involucrados en el sexo comercial, la mayoría son
niñas, si bien la edad promedio para ingresar al
sexo comercial es menor para los niños varones, y
éstos tienden a quedarse en las calles durante
mucho más tiempo. Aunque en general las niñas
sufren más agresiones sexuales que los niños, hay
motivos para preocuparse por estos últimos, ya
que tienen menos probabilidades que las niñas de
recibir ayuda. En Canadá las investigaciones
indican que el resultado del abuso sexual para los
niños varones suele ser mucho más grave y tiene
mayores probabilidades de terminar en suicidio.
Casi todos los niños varones que están en las
calles y que se implican en el sexo comercial han
sido sexualmente abusados en el hogar.
Rumania
En los últimos años, ha habido en Rumania un
alarmante incremento en la explotación sexual en
el contexto de la trata de personas. Las fuentes
gubernamentales revelan que 1,034 niños y niñas
fueron repatriados durante el 2003; el 19.5% del
número total de víctimas a quienes brindó ayuda
la Organización Internacional para las
Migraciones en 2004 eran niñas y niños. En los
países occidentales también se explota
sexualmente a los niños varones, pero en su
mayoría son registrados como niñez separada de
sus hogares, y no como sujetos de trata, y por
consiguiente no se incluyen en las estadísticas. Un
estudio del 2001 revela que el 29% del abuso
sexual que se comete en lugares públicos está
relacionado con abuso sexual contra la niñez; que
el 30% de la cifra total de delitos sexuales ocurrió
en el hogar de la víctima; el 41% en el hogar del
agresor, y el 29% en lugares públicos. El número
de causas judiciales por abuso sexual infantil
aumentó en 17 en el año 2004, comparado con el
2003. el número de niñas y niños que acuden a
centros de consejería es mayor que el número de
niñas y niños que acuden a la policía o al sistema
judicial.
Nicaragua
En Nicaragua lo más común es que la niñez sea
agredida en su entorno inmediato, siendo las niñas
entre los 11 y los 15 años el grupo etario más
afectado. Sólo el 10% de los casos fueron
cometidos por extraños; todos los otros
perpetradores eran personas que la víctima
conocía. Un estudio basado en la comunidad y
realizado en León reveló que un 27% de mujeres
y un 19% de varones tenían una historia de abuso
sexual infantil. En más del 60% de los casos de
violencia sexual reportados a la policía la víctima
era un niño o niña.
Estos casos han ido en constante aumento desde
el 2002 hasta el 2004. El bajo nivel de denuncias
de abuso que involucra a hombres probablemente
sea indicio de que entre los varones haya una
mayor tendencia a ocultar actos de abuso sexual,
especialmente al final de la adolescencia. Esto
podría estar relacionado con la manera en que los
varones viven su sexualidad, con los mitos y
prejuicios que rodean la masculinidad, con su
temor a que se les tilde de homosexuales si
reportan abuso por parte de otro varón, o con su
creencia de que el abuso no es tan grave para un
hombre cuando el perpetrador es una mujer.
Siria
En Siria, el abuso sexual infantil ocurre dentro de
la familia, en lugares de trabajo, en las calles y en
los centros de atención, pero es menor en las
escuelas. En un estudio del 2003, la policía había
registrado 59 casos de agresión sexual contra
niñas durante los cinco meses previos; el 49% de
los perpetradores eran personas que la víctima
conocía, el 13% eran miembros de la familia, y el
37% eran extraños. De las víctimas, un 66% eran
varones; el 24% tenían menos de seis años; el
48% tenían entre siete y doce años; y el 27% entre
trece y dieciocho años. En otro estudio
proveniente de un centro médico se indica que el
71.8% de las víctimas eran varones que habían
sido sexualmente abusados entre los ocho y los
quince años de edad.
Uganda
Un estudio realizado en Uganda en el 2004 reveló
que el 75.8% de los niños y las niñas fueron
víctimas de violencia sexual, que incluyó
exposición a la pornografía, manoseo, atención no
solicitada, exposición a adultos con
manifestaciones sexuales, ser obligados a tocar a
adultos de maneras sexuales, y ser obligados a
tener sexo. En el estudio, el 10.7% de las niñas y
niños dijeron haber sido víctimas de violencia
sexual al menos una vez a la semana, y el 8% dijo
que eso les ocurría a diario; el 32.2% dijo haber
sido víctima de violencia sexual principalmente
en el hogar; 34.2% en la escuela, 9.3% en la
comunidad. Las niñas son víctimas de violencia
sexual con mayor frecuencia que los niños: el
46.5% reportó manoseos sexuales en contra de su
voluntad; 20.5% reportó haber sido obligadas a
tener sexo con adultos, pero también fueron
acosadas y presionadas por varones de mayor
edad en la escuela. De los varones, el 13.3%
reportó haber sido obligados a tener sexo, y el
27% reportó haber sido manoseados contra su
voluntad. Los niños varones manifestaron haber
sido objeto de burlas sobre su sexualidad, sujetos
a gestos lascivos, o de haber recibido frecuentes
amenazas de castración por parte de hombres
mayores por haber despertado su enojo. Otros
estudios indican que la prostitución infantil está
aumentando, especialmente entre las niñas, y que
en los distritos fronterizos hay una considerable
explotación sexual contra las niñas. A las jóvenes
se les secuestra en las zonas de guerra y son
sexualmente abusadas por los líderes de los
rebeldes. Algunos progenitores optan por casar a
sus hijas e hijos a temprana edad para evitar su
secuestro.
España
Estudios retrospectivos de España indican que el
23% de las niñas y el 15% de los niños menores
de 17 años han sido víctimas de abuso sexual de
intensidad variable. Por lo general, uno de cada
cuatro casos de abuso sexual consiste en un
comportamiento muy íntimo y exigente, que
incluye penetración vaginal o anal, sexo oral y
masturbación. En un estudio realizado entre
jóvenes que rondaban los 20 años, el 40.9% de las
niñas afirmaron haber sido sometidas a algún tipo
de relación sexual no deseada. Según datos
provenientes del sistema de protección infantil, en
el año 2000 recibieron 7.1 casos por cada 10,000
niños y niñas. En la región de Cataluña, se
observó un incremento en los casos de abuso
sexual infantil detectado, que pasó del 2.1% en
1988 al 9.2 % en 1998. Se presume que esta
tendencia al incremento es igual para otras
regiones. En un estudio sobre violencia
doméstica, se encontró que el 52% de niños y
niñas habían sido físicamente abusados, mientras
que el 29% había sido víctima de abuso sexual.
Las niñas tienden a aceptar que los varones tienen
derecho a presionarlas, si ellas previamente les
han coqueteado. En el caso de las niñas, el abuso
suele ser más grave y violento, además del hecho
de que la edad en la que inicia el abuso es más
baja que para los niños. Hay una alta incidencia
de abuso sexual en niños y niñas entre los 8 y los
13 años. Los niños y niñas con discapacidades
tienen tres veces más probabilidades de ser
víctimas de abuso sexual. Los estudios muestran
que en su mayoría los perpetradores eran personas
conocidas de la víctima, y algunas investigaciones
afirman que el 20% de las violaciones fueron
cometidas por otros niños o niñas
Bangladesh
Bangladesh no cuenta con datos de línea de base
reales. Sin embargo, los estudios de muestreo
aportan evidencia definitiva de que existe tal
violencia contra la niñez. Los casos no se
denuncian debido a la renuencia general por parte
de las víctimas de reportar esos incidentes, y a la
falta de atención pública que se da al problema.
Existe una tendencia a asesinar a las víctimas. Las
personas que están a cargo de cuidar niñas y niños
rara vez presentan denuncia si la violación no
conllevó a la muerte o al suicidio. En Bangaldesh
los hombres suelen preferir niños en vez de niñas,
debido a las barreras de género, y no precisamente
porque el perpetrador sea homosexual. La mitad
de los niños varones fueron víctimas de abuso
entre los 7 y los 10 años, y otro grupo grande
entre los 11 y los 13 años, mayoritariamente por
adultos que conocían.
Nepal
Se calcula que cada año entre 7,000 y 12,000
mujeres, niños y niñas son víctimas de la trata de
personas entre Nepal y varias ciudades de la
India, y que el 20% de las víctimas son menores
de 16 años; entre 100,000 y 200,000 son
explotadas en prostíbulos en la India. Las
condiciones prevalecientes, la constante y alta
demanda, las nuevas modalidades y nuevas áreas
de la trata de personas, la creciente insurgencia en
el país, todo ello conlleva que siga siendo alto el
número de mujeres y niñas que son objeto de la
trata de personas dentro y fuera del país. En el
2003 una encuesta reveló que el 33.5 al 45% de la
niñez de Nepal dice que el uso de lenguaje
obsceno es la forma más común de abuso sexual;
el 25.8 al 29% de la niñez también había visto
material obsceno, tal como películas, fotos y
textos pornográficos; el 31% de la niñez había
visto material obsceno por Internet. Entre el
13.7% y el 18% de la niñez había sido víctima de
abuso sexual con contacto; el 18% de las niñas y
el 11% de los niños reportaron abuso sexual con
contacto ocurrido en los alrededores de
Katmandú. Niños y niñas entre los 11 y los 14
años parecen más vulnerables a todo tipo de
abuso. Un 12% de niños y niñas menores de once
años mencionaron haber sido víctimas de abuso
sexual con contacto. Un número considerable fue
víctima de abuso sexual perpetrado por
congéneres menores de 16 años. Niños y niñas
dijeron que con el pretexto de entablar amistad se
les había hecho víctimas de abuso. La mayoría de
las niñas reportan el uso de la fuerza por parte de
los abusadores, mientras que los niños reportan el
uso de dádivas y seducción con actos o lenguajes
sexuales.
Ruanda
En Ruanda no ha habido una investigación a gran
escala sobre el abuso sexual y la explotación
infantil, sin embargo, según el material y las
entrevistas disponibles, se puede percibir que el
abuso sexual en general es de enormes
proporciones. El número de casos reportados a la
policía ha aumentado considerablemente desde
1994, y según una encuesta, en los últimos cinco
años, una de cada cuatro mujeres ha sido víctima
de violencia sexual en la comunidad. En lo que
respecta a la violencia doméstica, la misma
encuesta determinó que en el último año, casi una
de cada diez mujeres había sido violada por su
pareja. Según la percepción general, las niñas
entre 12 y 14 años, y hasta los 17 y los 19, corren
mayor riesgo. De los casos denunciados y
llevados a los tribunales, la mayoría de las
víctimas tenían entre 6 y 14 años, seguidas muy
de cerca por víctimas menores de 6 años. Según
un estudio realizado en el 2000, el 60% de los
casos de violación nunca fueron reportados en
Kigali, mientras que en las provincias la cifra
ascendía al 80%. Los hogares encabezados por
niñas y niños no cuentan con el dinero para pagar
abogados, ni medicamentos, ni transporte para
acudir a los tribunales, al hospital, a la policía,
etc., en casos de violación; por tanto, la mayoría
de casos perpetrados contra ellos no se denuncian.
Colombia
Según calcula el Instituto Nacional de Ciencia
Forense y Medicina Legal, cada año unos 11,000
niños y niñas son víctimas de abuso sexual. Otra
fuente indica que esta cifra apenas constituye
entre el 2–5% del abuso sexual infantil que tiene
lugar en el país. El Fiscal General de Colombia
calcula que 25,000 niños y niñas son víctimas de
explotación sexual; 16,000 de ellos tienen entre
ocho y doce años. En los informes provenientes
del Ministerio de Protección Social y el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar se detecta un
incremento en el número de niños y niñas
menores de diez años a quienes se les induce a la
explotación sexual comercial. Las niñas
colombianas son sujeto de trata hacia Europa,
Estados Unidos y varios países de América
Latina. Interpol ha revelado no menos de 54 rutas
para la trata de personas, por las que pasan niños
y niñas entre los 12 y los 18 años. Un estudio
reveló que en los municipios, la presión que
ejercen los congéneres suele ser una razón para
ingresar al sexo comercial, aunque éste no es el
caso en las ciudades más grandes. Las edades de
los niños y niñas a quienes con engaños se les
lleva a la explotación sexual oscilan entre los 6 y
los 16 años.
En Colombia, entre 6 y 11,000 niños y niñas están
vinculados a los grupos armados. Todas las partes
en conflicto recurren a la violencia contra las
mujeres, que incluye la violación y la mutilación
de los genitales, como una manera de sembrar un
clima de terror.
Brasil
En Brasil se calcula que entre 100,000 y 500,000
niños y niñas son víctimas de la explotación
sexual. Según un informe de la OMS titulado
Renacer (2001) unos 3,500 niños y niñas entre los
10 y los 17 años, y de diferentes nacionalidades,
son sexualmente explotados en burdeles y clubes
en las fronteras entre Brasil, Paraguay y
Argentina. Un estudio sobre la trata de mujeres y
niños de ambos sexos con fines de explotación
sexual en Brasil identificó 241 rutas nacionales e
internacionales. Las víctimas eran
mayoritariamente mujeres y el 30% eran de
origen africano-brasileño con edades que
oscilaban entre los 15 y los 17 años. Las
estadísticas nacionales indican que la mayoría de
los casos de abuso sexual infantil tiene lugar
dentro de la familia.
Mozambique
En Mozambique la mayoría de los perpetradores
son personas que la víctima conoce. Las prácticas
tradicionales, tales como el matrimonio precoz,
pueden ser una causa de abuso sexual infantil,
pero hay quienes también creen que esto les traerá
prosperidad económica. Según un estudio
realizado en el 2001, el 3.6% de las niñas
sexualmente activas entre los 15 y los 24 años de
edad, han sido obligadas, al menos una vez en su
vida, a tener relaciones sexuales; el 29% dijeron
que tenían menos de 15 años cuando tuvo lugar el
acto sexual forzado. En el 2004, a nivel nacional
se registraron 1,185 casos de violencia y abuso.

¿Dónde ocurre el abuso?
El hogar y la comunidad

Save the Children reconoce que el hogar y el
entorno inmediato son los sitios donde niños y
niñas tienen mayor riesgo de sufrir abuso sexual
por personas que normalmente deberían ser de su
confianza y que tienen el deber de cuidarles.
Padres, tíos, padrastros, hermanos, abuelos,
primos, personas que trabajan en la casa y amigos
de la familia, están entre las personas más
comúnmente citadas en los informes de país como
los perpetradores de abuso sexual. Pero también
pueden ser vecinos, conductores de autobús o de
taxi, propietarios de negocios, miembros del
ejército, policías, líderes religiosos, docentes y
otros niños y niñas. Los informes de país indican
claramente que el hogar y el ámbito inmediato
son el principal entorno donde niños y niñas son
víctimas de abuso sexual, y ellos mismos así lo
confirman. Es preciso mejorar los métodos para
obtener datos sobre esta área tan delicada y tan
silenciada, y adquirir mayor conocimiento sobre
las consecuencias físicas y mentales que trae
consigo el silencio y el abuso. La situación de la
niñez víctima de abuso sólo puede empeorar con
el tiempo, con consecuencias aún peores si la
agresión ocurre en un entorno que se supondría
confiable, puesto que se compromete la integridad
emocional y afectiva de la víctima. El
levantamiento de datos y el seguimiento
concerniente a los perpetradores es también
absolutamente necesario.
Según los registros de la policía en Nicaragua, la
mayoría de los casos: 68% (2002–04) ocurren en
el entorno más inmediato. En Nepal, casi el 8%
de las niñas y el 6% de los niños fueron abusados
por miembros de la familia, y en Uganda, el
32.2% del abuso ocurrió en el entorno del hogar.
En Brasil el 58% de los casos de abuso sexual
infantil ocurrieron dentro de la familia. En
Suráfrica, el 47% de los abusos fue perpetrado
por los progenitores, el 8% por padrastros; otros
parientes fueron responsables del 21% de los
abusos, y los novios lo fueron por el 10%. Las
personas que se encargan de los niños y niñas
pueden maltratarlos y abusarlos en el hogar, lo
que les obliga a salir de casa y a buscar otras
formas de sustento. Y por ser niños y jóvenes son
vulnerables a más violencia y abuso sexual. Suele
ocurrir que quienes cuidan de niños y niñas
intencionadamente los venden a otras personas,
con fines sexuales o para otros servicios. Algunos
de los informes de país señalan que niños y niñas
con capacidades sociales y mentales diferentes,
como lo son quienes sufren algún tipo de
discapacidad, la niñez indígena o proveniente de
grupos minoritarios, así como las familias
encabezadas por niños y niñas están expuestos a
mayores riesgos de abuso sexual.
Cada vez más, los aspectos negativos y brutales
de la economía global de mercado invaden,
contaminan y afectan el entorno local y del hogar,
haciendo a la familia vulnerable a actos tales
como la trata de personas. La tecnología moderna
permite el acceso de la explotación sexual infantil
a través de Internet y de los teléfonos celulares en
todas partes (el hogar, el sitio de trabajo, etc.). A
veces la pornografía infantil se produce sobre la
base del abuso sexual doméstico. Cada vez más
Internet y los ciber-cafés se utilizan para explotar
a la niñez. A los niños se les muestra pornografía
y se les atrae para que consientan a entablar
relaciones sexuales, y en muchos lugares estos
ciber-cafés cuentan con recintos privados donde
se puede abusar y engañar a niños y niñas. Los
informes de país destacan que la mayoría de los
perpetradores son personas que las víctimas
conocen. Por otra parte, son bastantes los que
mencionan a los extraños como perpetradores;
éstos pueden ser, por ejemplo, visitantes de la
comunidad, personas que viven en los alrededores
de la comunidad, y personas que están de paso,
tales como operadores de servicios de transporte,
comerciantes y turistas.
Hogares encabezados por niñas o niños
En Ruanda, como consecuencia del genocidio, o
por estar sus progenitores en prisión, acusados de
genocidio, o porque han muerto de vih/sida, hay
muchas niñas y niños en estado de orfandad.
Según Unicef, hay unos 101,000 niños y niñas
que están a cargo de unos 42,000 hogares. La
norma es que estos hogares sean indigentes,
puesto que los niños y las niñas tienen
dificultades para generar ingresos para su hogar, y
por consiguiente, se vuelven vulnerables a la
explotación sexual. En esos hogares, las niñas
mayores pueden verse obligadas a conceder
favores sexuales a cambio de dinero, productos
básicos, o para que sus hermanitos vayan a la
escuela. Un estudio realizado en 1997 concluyó
que un 80% de niñas jefas de hogar habían sido
sexualmente abusadas o habían repelido un abuso
sexual. Rara vez se lleva a juicio la explotación
sexual de esas niñas, y es poco lo que se hace para
defenderlas.
Escuelas y entornos educacionales
En las escuelas en Suráfrica prevalecen la
violencia sexual y el acoso. Las niñas y las
personas con dificultades de aprendizaje son
particularmente vulnerables. Un estudio de Natal
realizado en el 2001 mostró que con frecuencia
los educadores abusan de su autoridad y de sus
posiciones de confianza para abusar sexualmente
a las niñas. Las demandas sexuales suelen ir
acompañadas de amenazas de castigo físico, de
promesas de mejores notas o de gratificación
económica. Las varones compañeros de clase
también acosan a las niñas. En el informe se
critica a las escuelas por su persistente falta de
respuesta a las denuncias de abusos y acoso, a
pesar de ser una obligación bajo la Ley de
Atención a la Niñez.
El estudio encontró que muchas autoridades
escolares no enfrentan a los perpetradores y que
muchas veces a los niños y niñas que reportan el
abuso no se les cree, se les ignora por causa del
temor, o se les trata con hostilidad. En varios
casos, las autoridades escolares no estaban al
tanto de directrices nacionales o locales sobre
cómo tratar a las víctimas de la violencia sexual o
sobre cómo abordar a las personas acusadas de un
acto de violencia sexual. No existen datos que
indiquen el nivel de abuso sexual infantil en las
escuelas y a nivel nacional. Asimismo, se cuenta
con muy poca información sobre la incidencia de
la violencia sexual perpetrada en contra de
varones estudiantes en el sistema escolar. El
estudio señala que para reducir la violencia sexual
en las escuelas es preciso inculcar una cultura de
respeto hacia los estudiantes. Se necesita poner en
práctica procedimientos claros para lidiar con los
casos de abuso sexual y para implementar prontas
y visibles consecuencias para los perpetradores.
Se dice que en Uganda el sistema escolar cultiva
la sumisión en la niñez, lo que la hace vulnerable
al abuso sexual en el entorno escolar, en el hogar
y en todos los otros entornos. Las niñas corren un
riesgo particular de sufrir abuso sexual en la
escuela por parte de sus congéneres y del personal
docente, y los varones incluso afirman que los
docentes masculinos compiten con ellos por la
atención de las niñas. Existen motivos para creer
que en el sistema escolar en Uganda, las niñas con
discapacidades corren mayores riesgos que los
niños con discapacidades En Bangladesh tanto los
niños como las niñas son abusados por los
docentes quienes los manosean. En Ruanda los
docentes atraen a las niñas ofreciéndoles mejores
notas a cambio de favores sexuales, o
permitiéndoles que permanezcan en la escuela
aun cuando no puedan pagar la mensualidad. Hay
informes sobre niñas que abandonan la escuela
cuando quedan embarazadas y temen que el
maestro las viole.
En algunos de los informes de país se indicó
menos abuso en las escuelas y que éstas pueden
constituir un factor de protección. En Nicaragua,
por ejemplo, la policía reportó que menos del 1%
del número total de incidentes de abuso sexual
infantil había ocurrido en el entorno educacional.
El personal docente suele estar involucrado en la
denuncia del abuso sexual infantil y el entorno
escolar brinda a la niñez la oportunidad de
ampliar su red de apoyo y las posibilidades de
empoderamiento. Es así que el estudio de país
subraya que la asistencia continua a la escuela
puede reducir las posibilidades de estar expuesto
a condiciones más vulnerables, como las que se
viven en la calle. Sin embargo, también podría
haber renuencia a reportar casos de abuso,
especialmente cuando ocurren en una relación de
poder entre un estudiante y un docente. Muchas
veces las autoridades escolares tratan de ocultar el
abuso para evitar que se dañe el prestigio de la
escuela. La vergüenza y el temor a que no se le
crea a quien lo denuncia pueden también ocultar
la incidencia real del abuso.
En Canadá las encuestas recientes indican que
niños y niñas tienen insuficientes conocimientos
sobre sexualidad y sobre enfermedades de
transmisión sexual. Asimismo, son pocos los
miembros del personal docente que cuentan con
la suficiente capacitación para enseñar sobre
sexualidad, para reconocer las señales de abuso
sexual o para responder eficazmente a niñas y
niños que han sido sexualmente abusados. Sin
embargo, hay ejemplos de programas educativos
con congéneres y programas escolares en Internet
que parecen empoderar a la niñez mediante una
mayor sensibilización en torno al abuso sexual.
No hay muchos datos sobre el abuso sexual en las
escuelas, pero sí se cuenta con datos que
describen la agresión sexual por parte de
congéneres y el abuso por miembros del personal
docente. La mayor parte del abuso cometido por
congéneres consta de actos tales como el manoseo
no deseado.
Recientemente salió a luz un estudio detallado
sobre el abuso sexual en niñas de quince años y
más en las escuelas de Mozambique.1 Este estudio
de caso brinda información sobre las
manifestaciones, percepciones y actitudes
relacionadas con el abuso sexual. Entre el 8 y el
16% de las niñas habían sufrido algún tipo de
abuso sexual; el 35% habían sido sometidas a
acoso sexual bajo la forma de persuasión verbal.
Entre los abusadores se mencionaba tanto a
estudiantes como a personal docente, convirtiendo
el entorno escolar en un lugar peligroso para la
niñez.
Al parecer los perpetradores hacen
mayoritariamente uso de la fuerza física, de una
posición de poder y de la persuasión para alcanzar
sus objetivos. Los argumentos persuasivos son
comunes y pueden conducir a una caricia o un
beso consensuado. Los investigadores
encontraron que la aceptación de esta sutil forma
de abuso podría reflejar un complejo de

1 Matavele, J (et al) (2005) Sexual Abuse of Girls in the
Schools in Mozambique. Save the Children Norway and US
in Mozambique/ Care/MEC/FDC.


inferioridad y baja autoestima en las niñas
abusadas, lo que las hace más vulnerables.
En general, el estudio encontró que las niñas que
habían sido sexualmente abusadas reconocían el
abuso más fácilmente cuando involucraba fuerza
física mas que formas verbales de abuso. Ni los
niños ni las niñas reconocieron el manoseo, las
caricias y las insinuaciones indecentes no
consensuadas, como formas de abuso sexual. El
76% reconoció como abuso los intentos de besar
y de tener relaciones sexuales mediante el uso de
la fuerza física; el 64.8% reconoció las
insinuaciones indecentes y el 73% reconoció las
propuestas indecentes como abuso verbal. Si bien
el 64% de las niñas reconocieron formas verbales
de abuso, por lo menos el 35% de las niñas no las
reconoció. El estudio destaca que, en general, los
actores sociales tienden a no incluir esta forma
verbal en la definición del abuso sexual.
Familias sustitutas, instituciones y centros de
detención
En Canadá el número de investigaciones sobre
supuestas agresiones sexuales en familias
sustitutas y padres adoptivos era insignificante.
Sin embargo, las encuestas muestran que en los
centros de detención juvenil la niñez es
sumamente vulnerable al abuso sexual por parte
de sus congéneres, y que la explotación comercial
de la niñez es un problema grave.
En Suráfrica, hay muy poca información sobre la
magnitud de ese problema entre niños y niñas que
viven en instituciones tales como hogares
infantiles, instituciones de la justicia penal, como
son las cárceles, los lugares de seguridad y los
reformatorios.
En Rumania, la niñez que vive en instituciones
sigue siendo víctima de diferentes formas de
abuso, incluido el abuso sexual por parte de sus
congéneres y de adultos. Un estudio realizado en
el 2002, mostró que el 19.6% de los niños y niñas
que vivían en instituciones, sabían que en su
institución ocurría abuso sexual, y el 4.3%
reconoció haber sido obligado a tener relaciones
sexuales. Es común que estos abusos se
mantengan en secreto, ya sea porque se amenaza a
las víctimas o se les ofrecen diferentes tipos de
compensació.
En Bangladesh, a las niñas y niños que están en
prisión, bajo custodia, en hogares de refugio para
vagabundos y en centros de corrección, se les
obliga a tener sexo con los hombres que trabajan
en esos lugares. Las mujeres en detención
también tiene sexo forzado con niñas. Asimismo,
muchos ‘hermanos mayores’ que trabajan para
esas organizaciones, hacen propuestas indecentes
a las niñas y niños que participan en los
programas; les hablan con palabras obscenas y
quieren tener sexos con ellos. En Ruanda, a los
niños y niñas no se les separa de los adultos en los
centros de detención, a pesar de que existe una ley
que establece que así debe ser. En las cárceles los
adultos en ocasiones abusan sexualmente de los
niños varones.

Niñez fuera del sistema escolar
En Uganda, los niños y niñas que están fuera del
sistema escolar sufren más explotación sexual que
aquellos que asisten a la escuela, ya que están más
expuestos a los abusadores en bares, clubes
nocturnos, restaurantes y otros lugares donde
trabajan. Los niños y niñas que están fuera del
sistema escolar reportaron con mayor frecuencia
manoseo contra su voluntad o acoso sexual. En el
entorno escolar a los niños y niñas con frecuencia
se les obliga a tocar o a besar en la boca a otras
personas.
Niños y niñas que viven en la calle
En Canadá, los jóvenes que viven en la calle son
típicamente muchachos que han escapado de sus
hogares y tienen una historia de abuso sexual y
físico, y son muy vulnerables a la victimización
sexual. Son comúnmente reclutados por
proxenetas y coercionados hacia el sexo
comercial, y para sobrevivir muchos de ellos se
dedican a pedir limosna, al tráfico de
estupefacientes, al robo, a la prostitución o al sexo
de sobrevivencia que implica ofrecer sexo a
cambio de comida, refugio y drogas.
En Suráfrica, las niñas y niños que viven en las
calles y los que, como consecuencia del vih/sida
han perdido a quienes se ocupaban de ellos, son
particularmente vulnerables a la explotación
sexual. En Suráfrica se estima que hay unos 10–
12,000 niños y niñas sin hogar, que terminan en la
calle a causa de la pobreza, del hacinamiento, del
abuso, del abandono, de la desintegración familiar
y del vih/sida.
En Rumania, las niñas y niños que viven en las
calles constituyen uno de los grupos infantiles
más vulnerables, que está sujeto al abuso y a la
explotación sexual. Algunos de ellos participan en
prostitución o en la producción de material
pornográfico, otros son reclutados por pedófilos o
por redes que se dedican a la trata de personas.
Tanto las niñas como los niños son sexualmente
explotados a muy temprana edad. La violación es
muy frecuente en las calles, y las niñas y los niños
muy pequeños son las principales víctimas. Sus
posibilidades de que la ley les brinde protección
son prácticamente nulas, como consecuencia de
los estereotipos: A las víctimas de violación se les
culpa por lo que les pasó; se les percibe como
personas que escogieron un estilo de vida
específico y, por tanto, se les considera totalmente
responsables por lo que les pasó. En Bucarest hay
por lo menos 2,000 niños y niñas que viven en las
calles, y en todo el país la cifra asciende a 5,000.
El 42% de los niños y niñas fueron abusados
sexualmente entre los seis y los doce años. En
Uganda se reporta que las niñas que viven en la
calle son más vulnerables a la explotación sexual
comercial. En el estudio de Ruanda, más de la
mitad de los niños varones entrevistados y más de
las tres cuartas partes de las niñas, incluidas las
menores de diez años, admitieron ser sexualmente
activos; el 63% de los varones dijeron que habían
obligado a una niña a tener sexo con ellos; el 93%
de las niñas reportaron haber sido violadas.
En Bangladesh, los niños identificaron los
tugurios y las calles en general como el escenario
más común donde ocurre el abuso. Las niñas, por
su parte, dan detalles de ciertas características del
abuso que ocurren en esos lugares, como por
ejemplo, cuando las niñas andan en las calles, los
varones les tocan sus partes privadas; los varones
les tocan diferentes partes del cuerpo para
divertirse; los varones hacen gestos obscenos
cuando se encuentran con niñas. Este es un
problema muy grave para las niñas. Muchas de
ellas tienen sexo y se convierten en trabajadoras
del sexo simplemente para sobrevivir. Si las niñas
acuden a la policía para denunciar esta situación
no se aplica la justicia; de hecho la policía
también quiere tener sexo con las niñas. Hay
también muchas niñas de más edad que junto con
los varones tratan de atraer a niñas más pequeñas
para que tengan sexo con niños y hombres. En las
terminales de transporte, como por ejemplo en las
plataformas de las estaciones de tren, niños y
hombres tienen sexo por la fuerza con niños y
niñas que van a esos lugares para pasar la noche.
A partir del momento que las niñas ingresan a un
autobús, los hombres les manosean todo el
cuerpo. Los hombres que venden boletos también
les tocan el cuerpo. Tanto a los niños como a las
niñas se les abusa en salas de cine y en lugares de
presentación de videos donde se muestran
películas vulgares/ pornográficas.
En Nepal, niños y niñas que están fuera del
sistema escolar y los que viven en las calles, dicen
que sus actividades sexuales iniciaron en los
primeros tres meses de estar en la calle; otros
reportaron haber estado expuestos a actividades
sexuales en el hogar antes de irse para Katmandú.
La mayoría de la niñez que vive en las calles
había vivido más de dos tipos de abuso con
contacto. En Pokara, el 80% de los niños que
viven en las calles y el 90% de las niñas fueron
sexualmente abusados por dueños de hoteles y
restaurantes y por personas en los lugares de
trabajo. Entre los perpetradores también se
incluye a los dueños de chatarrerías, a varones
mayores en el grupo, a amigos, a personas de la
localidad, y a conductores de tractores.
Trabajo
En Bangladesh, a la niñez trabajadora en áreas
rurales y pobres se la explota y somete a todo tipo
de violencia sicológica, física y sexual. Niños y
niñas experimentan la pérdida de su autoestima y
de su pertenencia a un grupo. Los niños y niñas
indicaron las siguientes áreas donde ocurre el
abuso en los sitios de trabajo: Cuando las niñas
venden chocolate en el parque, muchos niños
quieren tener sexo con ellas; los niños también
han mencionado los parques como un entorno
donde los hombres los abordan para tener sexo
con ellos. Cuando las niñas trabajan como
domésticas, en algunas casas los hijos y los
maridos las miran de mala manera, y a menudo
las tocan y quieren tener sexo con ellas. Algunos
muchachos que trabajan en servicio doméstico
también son sexualmente abusados por los
hombres de la casa. Si un niño se niega a tener
sexo, lo sacan de la casa y pierde su empleo. Por
consiguiente, en la mayoría de los casos, los niños
tienen que aceptar las propuestas sexuales. Los
sitios donde niñas y niños recogen papel y otros
desechos son también lugares de riesgo y peligro.
Los ‘puntos’ (puntos de venta de drogas), las
fábricas de ropa, los diferentes clubes, las plazas
de mercado, todos lugares donde trabajan niñas y
niños, las estaciones de tren, las terminales de
buses, los puertos fluviales y los embarcaderos,
donde los varones trabajan de día y duermen de
noche, son también lugares riesgosos.
En Ruanda, los varones constituyen la mayoría de
los que viven en las calles, dado que comúnmente
las niñas evitan ese entorno ya que es
extremadamente peligroso para ellas. Las niñas
que se ven obligadas a abandonar sus hogares
prefieren trabajar como empleadas domésticas,
aunque es común que los empleadores y otros
hombres en las casas abusen sexualmente de las
trabajadoras domésticas. Este es un problema
grave en Ruanda pero pocas niñas lo denuncian.
Trata de personas
El bajo número de casos que se reportan en
Rumania apenas representa una mínima parte del
problema, ya que se calcula que el número de
niños y niñas que son explotados por las redes de
trata de personas es mucho mayor. A las víctimas
de las redes de trata de personas se les somete al
abuso físico y sexual, y a otras formas de
violencia y explotación. Mediante falsas promesas
de un trabajo por parte de personas recién
conocidas, de amistades y familiares, niños y
niñas terminan involucrados en la trata de
personas, y son explotados con fines sexuales o
laborales. Niños y niñas cuyas edades muchas
veces oscilan entre los 14 y los 17 años, con un
bajo nivel educativo, una percepción negativa de
sus probabilidades de éxito en su país de origen,
una falsa idea de la vida en otro país, y que
conocen y creen historias exitosas de emigración,
piensan que es su deber ayudar a sus familias.
En Bangladesh, niños y niñas son objeto de la
trata de personas con fines de prostitución, abuso
sexual, trabajo forzado, jineteo de camellos, mano
de obra barata, trabajo en condiciones de
esclavitud, servicio doméstico, venta de órganos y
matrimonio. A las niñas se les involucra en la
industria del sexo, mientras que los niños pasan
casi exclusivamente a formar parte del mercado
del sexo callejero. El 46% de las niñas fueron
violadas y de esas, el 50% fueron violadas por
varias personas a la vez. En la mayoría de los
casos, la violencia sexual estaba dirigida a
reclutar a las niñas para el trabajo sexual. La trata
de niños y niñas dentro y hacia otros países
también constituye un serio problema en Brasil y
Colombia.
En Nepal, cada año entre 5,000 y 12,000 niñas
son víctimas de la trata. Estas cifras están
aumentando como consecuencia del conflicto
interno y tanto niñas como niños son llevados a la
India y son objeto de trata para obtener ingresos
adicionales y por seguridad. Sin embargo, algunos
de ellos son explotados en la industria del sexo.

La industria del sexo
En Bangladesh hay 14 burdeles registrados y se
estima que entre 100,000 y 150,000 mujeres y
niños de ambos sexos son explotados
sexualmente. Tal vez un 35%, y hasta más, tiene
menos de 18 años. Un informe indica que el 65%
de los trabajadores del sexo en burdeles tienen
entre 11 y 13 años, mientras que el 33% tienen
entre 13 y 15 años. Otros burdeles tienen
porcentajes menores de niñas y niños. La edad
promedio para ingresar al mercado del sexo es
muy temprana; de 9 a 12 años para el 22% de
niños y niñas; de 13 a 15 años para el 35%; de 16
a 18 años para el 26%. Sólo el 17% tenían más de
18 años. Un estudio indica que alrededor del 6%
de los niños y niñas que son víctima de la
explotación sexual comercial, inicialmente
abandonaron sus hogares para evitar el abuso
sexual. Muchos niños varones también reportaron
que habían sido sexualmente abusados antes de
ser explotados comercialmente. Más niños
abandonan sus empleos por causa del abuso
sexual en el lugar de trabajo que por mala paga.
Muchos niños y niñas nacen y crecen en burdeles.
En Katmandú, Nepal unas 5,000 personas
participan en la industria del sexo y más del 20%
de ellas son menores de 18 años.
Refugiados , indocumentados e inmigración
ilegal
En Suráfrica las experiencias de niños y niñas con
la inmigración ilegal destacan la importancia de
aprobar leyes que aborden las necesidades de toda
la niñez vulnerable, incluidos niños y niñas
refugiados y extranjeros indocumentados.
Entornos regionales dentro de un país y
diferencias urbanas y rurales
Entre mayo de 1993 y marzo de 1994, la cámara
federal de representantes de Brasil estableció una
comisión parlamentaria para indagar e investigar
sobre la explotación sexual infantil. Esta comisión
identificó variaciones regionales en el patrón de la
explotación sexual infantil. En las regiones norte
y central-oriental de Brasil, la explotación sexual
de niñas ocurre alrededor de las minas. En el
noreste, está relacionada con el turismo sexual, en
el sureste con la prostitución infantil que incluye
la trata de personas y el abuso de estupefacientes
y en el sur los proxenetas y las personas
involucradas en la trata de personas, asumen el
control directo de las niñas que llegan del campo.
Los otros estudios de país comúnmente
mencionan que en las áreas urbanas, comparadas
con las rurales, hay mayores niveles de
conocimiento y de denuncia del abuso sexual
infantil.

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