sábado, 27 de febrero de 2010

Traumatización Vicaria Las implicancias de la Violencia Familiar para los profesionales por Lic María Cristina Vila

La Traumatización Vicaria es la transformación en el funcionar del yo y en la interpretación del mundo que se opera en el profesional que trabaja con sobrevivientes de traumas familiares. La identificación del concepto específico de traumatización vicaria fue realizado por Mc Cann y Pearlman .

Los profesionales cambiamos profundamente , tanto de un modo positivo como negativo para nosotros mismos. Lo cual no significa que el trabajo con víctimas de trauma carezca de gratificaciones. Las hay y son ellas las que nos permiten equilibrar los efectos de la traumatización vicaria.

Los cambios son únicos para cada profesional y dependen de su personalidad, estilo defensivo y recursos yoicos. También depende de cada profesional qué aspectos del trabajo sentirá que son más difíciles e impactantes .

En términos generales, el profesional especializado en violencia familiar recorre además diversas etapas. En una de ellas, necesita pasar un cierto tiempo distanciado de sus experiencias personales para repensar sus creencias acerca de su identidad, sus roles y su bienestar personal. Esto le produce un sentimiento de irrealidad, disociación afectiva y distancia real de los demás. Luego vuelve a su cotidianeidad recreada.

Los profesionales en Violencia Familiar no dejan de formularse algunas inquietantes preguntas:

1) ¿soy un sobreviviente ?
2) Los profesionales varones: ¿Quién soy como varón cuando tantos varones son perpetradores?
3) Las profesionales mujeres:¿Qué significa ser mujer cuando tantas mujeres son víctimas?
4) ¿Qué es ser una madre o un padre cuando se es conciente del abuso parental?.
5) ¿Podría ser yo un abusador-a?

Las experiencias sexuales personales de los profesionales y la integración de la sexualidad a sus identidades también cambian .Disfrutar la propia sexualidad, sentirse en paz o erótico se vive como un privilegio cuando se sabe, de la particular manera en que se lo conoce en esta especialidad, que tantos seres han sido aterrorizados y abusados sexualmente. Estos pensamientos y sentimientos pueden aparecer durante las relaciones sexuales del profesional.

Asimismo el sentido del propio cuerpo está en juego. No es infrecuente que los profesionales subestimen su propia sensualidad como una manera inconsciente de protegerse a sí mismos de la sexualidad o de sentimientos intensos. Los terapeutas pueden disociar su experiencia corporal en las sesiones y fuera de ellas.

Nuestra identidad pública como terapeutas del trauma puede impedirnos descansar. Algunos nos perseguirán con mórbida fascinación, nos harán preguntas sin fin sobre sus amigos, sus familias, o los casos de abuso que aparecen en los medios, o acerca de cómo nos sentimos con ese trabajo.

Cada uno de nosotros elige esta especialidad por motivos personales. Los profesionales que son sobrevivientes pueden tener más tolerancia para los sentimientos y mayor capacidad de empatía, a veces pueden estar más restringidos que quienes no han sufrido estos traumas frente a la diversidad de formas de elaboración de los mismos.

La percepción del mundo del profesional de cómo y por qué las cosas pasan, de la gente en general, de sus valores, sus principios morales y su filosofía son cuestionados en las tareas con sobrevivientes . El profesional puede sentirse confundido, compadecido, frecuentemente enojado porque su perspectiva del mundo no incluía esta experiencia.

Cuando un profesional escucha repetidamente historias de abuso intencional, puede sentirse sobrepasado por la prevalencia y la crueldad. Puede cuestionarse acerca de la utilidad de dedicarse a estas pesadillas de problemas sociales masivos .Si pierde de vista la diferencia que puede significar ayudar a otra persona su vocación ha perdido el camino.

En momentos de gran angustia los profesionales pueden preguntarse: "¿son todos los pacientes sobrevivientes de abuso infantil?" "¿todas las mujeres son mujeres golpeadas?", o"¿Cómo las personas pueden ser tan crueles unas con otras?". También puede preguntarse si las personas que conoce son víctimas o perpetradores, puede sentir sospechas de cada padre que ve con un niño en un supermercado, o de la violencia que podría existir en cada pareja que pasa frente suyo.

Para defendernos de las realidades que nos cuentan podemos desarrollar cinismo (una sobregeneralización de experiencias negativas). En vez de pensar: "algunos padres hacen cosas horribles", podemos pensar :"las personas hacen cosas horribles", en vez de:"los padres pueden lastimar a sus hijos", "los padres son peligrosos". Estos cambios reflejan una profunda pérdida de optimismo, esperanza y compañerismo con la humanidad y una restricción emocional que puede empequeñecer la propia vida. Los profesionales podemos experimentar pérdida de espontaneidad, generosidad ,incremento de nuestra vulnerabilidad lo que tendrá consecuencias en nuestras relaciones íntimas y en nuestra espiritualidad.

Nuestra filosofía de vida, incluyendo nuestros valores y principios morales, quedan cuestionados cuando vemos la crueldad que una persona puede imponerle a otra. Los profesionales que ingresan a la especialidad motivados por valores humanitarios pueden encontrar en sí mismos deseos asesinos y fantasías dirigidas contra perpetradores de abuso. A veces, cuando éstos los amenazan.

Las personas que sostienen creencias no violentas pueden horrorizarse consigo mismas mientras luchan con su bronca contra los perpetradores de abuso sádico.

El signo patognomónico de traumatización vicaria es la disrupción de la espiritualidad del profesional. Uso el término espiritualidad de manera amplia abarcadora de la esperanza, la fe, el amor, la aceptación, el perdón, la gratitud, la creatividad. Considero a la espiritualidad como la capacidad humana para el conocimiento de aspectos elusivos de la vida.

Los componentes de la espiritualidad incluyen creencias acerca de lo no-material de la experiencia, acerca del significado y la esperanza, acerca de la conexión con algo más allá de uno mismo, y con la conciencia de todos los aspectos de la vida.
Estos aspectos de la experiencia son invariablemente distorsionados por el trauma y también por la traumatización vicaria. Se hace necesario luchar para encontrar una fuente de esperanza para ofrecer a nuestros pacientes, y a nosotros mismos y a los que amamos.
Como profesionales del trauma, nuestras sensibilidad más sutil es vulnerable a la disrupción. El trabajo continuamente nos cuestiona el significado. Es fácil contraer el estado de nihilismo de los sobrevivientes. La voluntad de significado es esencial para sobrevivir psicológicamente frente al trauma. Este aspecto de la traumatización vicaria es particularmente insidioso y peligroso para el profesional. Podemos entrar fácilmente en un estado de falta de esperanza. Podemos sentir aislamiento y soledad existencial. Podemos estar en desacuerdo con las creencias de los sobrevivientes acerca del mundo, basándonos en nuestra propia experiencia, podemos sentir su desesperación. Podemos experimentar confusión e indefensión.

La disociación emocional (no nos referimos a lo que se denomina disociación instrumental), es tanto la respuesta a sentimientos penosos como el horror, el duelo, el shock, la rabia y es un signo de traumatización vicaria. Las defensas contra sentimientos penosos son parte de las consecuencias de la traumatización vicaria (así como la contratransferencia- para los psicoterapeutas- ) refleja sentimientos y defensas contra los sentimientos y los conflictos asociados a ellos). El insight de un profesional y su sintonía con sus pensamientos y sentimientos y su deseo de estar abierto a todos los aspectos de la vida disminuyen cuando retrocede para protegerse. Las defensas empleadas para protegerse de conocer la capacidad de las personas para la crueldad, de la agonía y el terror de los niños y las mujeres, del sadismo sistemático, tiene sus costos. Si un profesional descansa en su negación, intelectualización, aislamiento afectivo, disociación y proyección, su capacidad para conectarse consigo mismo y con otros se verá disminuida.

Cuando las capacidades del yo están disminuidas por la traumatización vicaria, el profesional puede sentirse sobrecargado con sentimientos distónicos, autocríticas, ansiedad. Puede serle difícil estar solo sin sentir ansiedad, serle difícil tolerar o integrar emociones fuertes, sostener imágenes de personas que lo aman, disfrutar de actividades y de personas que previamente le gustaban. El profesional puede sentir compasión, pena, rabia. Sus lágrimas pueden estar muchas veces a punto de asomar. Puede sentir que no quiere o que no es querido. Puede evitar las películas o los noticieros porque la experiencia de otros que sufren es más fuerte cuando el yo está afectado.

A corto plazo estas dificultades yoicas implican mayor dificultad para calmarse y consolarse a sí mismo y puede recurrir a fuentes externas de apoyo o alivio: como desconectarse, consumir alcohol, comida, gastar de más, trabajar de más, mirar mucha T.V.-Puede encontrarse ayudando a otros pero no siendo capaz de pedir para sí. Puede sentirse sobrecargado por su vida fuera del trabajo, incapaz de responder a las necesidades de las personas amadas, incapaz de ponerse límites o pedir ayuda.

Los recursos del yo más sensibles a la traumatización vicaria son:la habilidad para formular juicios autoprotectores, para la introspección,para establecer y mantener fronteras, para tomar distancia, incluyendo el impacto y el sentido del humor, la habilidad para luchar por el crecimiento personal y la conciencia de las propias necesidades psíquicas. El proceso cognitivo puede nublarse. Se pueden realizar diversidad de conductas desadaptadas: trabajar en exceso, dificultad para tomar decisiones, pérdida de sensibilidad a las propias necesidades, falta de interés por los otros . Se puede tomar un paciente más, dar una conferencia más, escribir un trabajo más, entrevistar a otra persona más o asumir otras responsabilidades sin considerar el impacto en la vida personal. Al principio del trabajo es más frecuente que los profesionales traten de aprender más. Esta curiosidad se convierte en una preocupación obsesiva que excluye otros intereses.
Cuando un profesional pierde parte de su introspección y tiene menos acceso a lo cognitivo, puede tornarse miope en el trabajo. Puede focalizarse en el contenido y excluir el proceso y ser incapaz de elaborar sus propias contribuciones al los conflictos de los sobrevivientes. La falta de empatía con los sobrevivientes puede llevar a la revictimización de los sobrevivientes.

Las necesidades psicológicas más sensibles a la disrupción por el trauma son también las más susceptibles a los efectos de la traumatización vicaria.

La seguridad se perturba en la mayoría de los sobrevivientes de trauma y es también el área más sensible para los profesionales. La perturbación del sentimiento de seguridad implica aumento del miedos a ser dañado, miedo por los hijos y por las personas amadas. Los profesionales informan acerca de pesadillas que reflejan el daño de su sentido de seguridad. Los cambios de conducta relacionados con disrupciones en el sentimiento de seguridad incluyen: hablarse a sí mismo críticamente, rechazar sexualmente al compañero, evitar que la gente camine detrás de ellos, no confiar en su intuición, controlar puertas y ventanas, evitar las calles con mucha gente, escuchar ruidos inusuales. También puede traducirse en hipervigilancia y expectativas de ser victimizado. La pérdida del sentido de seguridad atraviesa toda la cotidianeidad. Aumenta el miedo en las profesionales mujeres y los terapeutas varones lo reconocen. El aspecto más doloroso es el temor por los hijos.

Cuando la confianza en uno mismo se perturba, la persona se siente menos capaz de ser independiente. No confía en sus percepciones sobre otras personas, situaciones sociales o sus propios sentimientos. Se apoyará más en los demás para satisfacer sus necesidades, ya no confiará en sí para esto.
La pérdida de confianza en el propio juicio disminuye la seguridad en el mundo. Cuando alguien no confía en su juicio o en su habilidad para juzgar a otros se encuentra confiando en todos. La confianza indiscriminada puede ponernos en situación de peligro. Cuanto menos acceso se tiene a los propios sentimientos se tiene menos información para asesorar a personas y situaciones de manera adecuada.
Cuando se perturba nuestra confianza en los otros, nosotros, como nuestros las personas a las que asistimos, podemos rechazar uniformemente los recursos externos. Nuestra contradependencia puede dificultarnos pedir ayuda en muchos aspectos de nuestra vida. Podemos sospechar de los motivos de los otros, ser incapaces de confiar plenamente como antes lo hicimos o anticipar la traición en todas las situaciones. Nuestras vidas con las personas íntimas, amigos, familiares en la medida en que los miramos con menos inocencia y confianza se hace más difícil.
Los profesionales en violencia familiar con esquemas de confianza perturbados informan los siguientes cambios: desinterés en la vida comunitaria, evitación de las situaciones sociales, prefieren ir al cine o a comer solos, evitación de situaciones en que la gente camine detrás de ellos, querer irse de situaciones sociales al poco de llegar, largos períodos sin ver amigos, esperar que termine el día para estar solos, comprar para sentirse mejor, evitar calles con gente ,escuchar ruidos inusuales.

Las disrupciones en la estima que provienen de la traumatización vicaria pueden llevar a un sentido generalizado de estima negativa. Uno puede preguntarse: si no puedo ayudar a otros ¿cuán bueno soy? Nuestra autoestima puede estar afectada en relación a nosotros mismos como profesionales, como seres humanos, como hombres o mujeres, como amigos, etc. Algunos profesionales llegan a tener conductas autodestructivas.

El conocimiento de la crueldad humana puede conducir a una disociación emocional que bloquea los sentimientos de intimidad con uno mismo y con los otros. La intimidad requiere conexión con los pensamientos y sentimientos más cercanos. Cuando bloqueamos la pena perdemos muchos otros de nuestros sentimientos. La pérdida de la intimidad con uno mismo impide el goce de alcanzar los propios logros y la propia creatividad La disociación también inhibe las relaciones interpersonales porque se evita la desilusión y la pérdida. La familia puede sentir que los sobrevivientes son para el profesional más importantes que la propia familia. Así un trabajador en esta especialidad puede quedar atrapado entre una pareja que está celosa y un paciente angustiado en el teléfono. Pueden distanciarse de colegas que hacen otro tipo de trabajo. Puede ser difícil socializar con quienes no conocen la extensión del abuso y también es frecuente estar preocupados por el trabajo en situaciones sociales.

El trabajo en violencia intrafamiliar puede llevar a un terapeuta a experimentar sentimientos de disminución del control. Puede identificarse con la indefensión que atiende o advertir que su vida actual o futura está sujeta a acciones de los otros sobre las que no tendrá control.
Estas situaciones son perturbadoras y pueden conducir a cuestionar la habilidad de hacerse cargo de la propia vida. Los profesionales pueden tratar de tener más control en sus relaciones con otros como una forma de compensar su inhabilidad para controlar los eventos en la vida de sus pacientes.
La imposibilidad de lograrlo puede conducir a un empequeñecimiento del propio mundo en un intento de operar en un universo controlable. Esto constituye una pérdida tremenda porque los profesionales traumatizados restringen su vida para no tener miedo.
Las pérdidas del control de otros pueden llevar a rendirse en situaciones en las que el control es apropiado y posible. Se puede renunciar a la habilidad para influenciar a otros por identificación con la experiencia de indefensión de los sobrevivientes.

A través de estar expuesto a las memorias de los sobrevivientes de violencia familiar, los profesionales experimentan perturbaciones en su propio sistema sensorial.

Un hito de la traumatización vicaria es la intrusión de imágenes sádicas y violentas de la vida de los sobrevivientes en la vida interior del profesional. Imágenes acerca de las cuales los sobrevivientes informan detalladamente y en un lenguaje vívido, pueden permanecer impredecibles cantidades de tiempo en la interioridad del profesional. Para los profesionales que trabajan con sobrevivientes de abuso sexual, a veces significa tener imágenes sexuales intrusivas, violentas, en la propia vida sexual. No es infrecuente que el profesional encuentre su propia experiencia sexual abruptamente interrumpida por imágenes o sensaciones corporales descriptas por sus pacientes.
Los más terribles miedos de los profesionales pueden realizarse en la experiencia de quienes atienden y esa identificación modelará su respuesta al sobreviviente, lo que a veces facilitará la empatía y otras la dificultará. La imagen podrá volver hasta que el profesional reconozca el tema central de esa consulta y lo elabore de manera apropiada ( supervisión, consulta por traumatización vicaria o su propia terapia).

No es infrecuente que los profesionales tengan experiencias corporales paralelas a las que viven los pacientes: dolor genital, disociación de partes del cuerpo, sensaciones físicas extrañas durante las sesiones. Si estas experiencias se ocultan por confusión y verguenza no pueden ser resueltas. Los profesionales llevan estas experiencias fuera del consultorio e informan tener una vida más disociada que antes de la tarea con traumas. Muchos también desarrollan sensibilidad para otras experiencias sensoriales como olores y ruidos.

Un recurso valioso de los profesionales es su capacidad de empatía con los sobrevientes, sobre ella se constituye la relación que permite la recuperación .
Una forma de empatía- la empatía cognitiva- se focaliza en la comprensión cognitiva de lo que pasó, lo que el sobreviviente dice que experimentó, cómo llegó a saberse, lo que significó para él, la narrativa del abuso, las pesadillas posteriores, etc.. Otra forma de empatía es afectiva. Se puede sentir el dolor, el miedo, la bronca y las emociones intensas relacionadas con esa experiencia.

Hay dos tiempos en la experiencia del sobreviviente: pasado y presente.
En el primero el profesional hace el intento de comprender los pensamientos de un niño o una mujer mientras ocurría el abuso, qué pasaba alrededor de ellos, cómo lo soportaban, a quién se lo contaron (empatía cognitiva del pasado).
En el segundo se sabe cómo el sobreviviente entiende su experiencia de abuso y sus experiencias de vida, incluyendo sus respuestas y las de otros y cómo la violencia afectó su vida (empatía cognitiva del presente). En el tercero (pasado afectivo) se siente el terror del niño pequeño, de la joven mujer, su rabia, vulnerabilidad y dolor. En el cuarto ( presente afectivo) se siente que cada vez se sabe más de lo que le pasó, de su falta de control sobre la violencia, de todas las pérdidas resultantes.
Pienso que tal vez es el pasado afectivo o la empatía con el sobreviviente como niño o joven el área más vulnerable a la traumatización vicaria. Nuestra relación y nuestra experiencia de los sentimientos excesivos de un niño o una persona muy joven víctima de violencia nos afecta profundamente como profesionales y como seres humanos y puede cambiar nuestra experiencia de nosotros mismos y el mundo.
Las descripciones gráficas de de distintas formas de violencia que muchos sobrevivientes necesitan compartir con quienes los asisten pueden horrorrizar a estos.Las imágenes a menudo está acompañadas por detalles específicos de olores, sonidos y dolor corporal. Esos detalles desafían las capacidades yoicas, la tolerancia para sentimientos de aborrecimiento y rabia. Cuando un profesional sostiene estas imágenes corporalmente puede tener náuseas, dolor físico, enfermedades.

Como terapeuta, por mi propia experiencia, conozco el costo personal de esta tarea. Como supervisora, veo a mis colegas luchar para mantener sus creencias. Como intelectual, comprendo que es imposible conocer profundamente las experiencias de los sobrevivientes de trauma y seguir siendo la misma persona, antes y después de ese conocimiento. Por la elección de esta vocación, indudablemente, jamás volveremos a ser los mismos que antes de trabajar en ella.
Resulta difícil comprender, en el ingreso a una especialidad, lo que esto significará para nuestras vidas. No hay aún programas para graduados centrados en las necesidades de quienes ayudan y, hasta hace muy poco, no había modo de explicar lo que sentían los profesionales que atendían sobrevivientes de traumas. Es más, en muchas ocasiones, el campo de la salud mental, al estar originado en un modelo médico no sólo proponía al profesional que "no se involucrara" sino que además juzgaba los sentimientos como signos de debilidad, inadecuación o dificultad con el encuadre. Estos conceptos eran, lógicamente, reforzados por nociones tales como "conflictos personales no resueltos de los terapeutas."

A través de una comprensión detallada de cómo el trabajo interactúa con el yo, es posible que cada uno identifique la manera de prevenir y transformar los efectos negativos del trabajo con el trauma. La utilidad de este concepto reside en su posibilidad de aplicación: comprender el impacto de nuestro trabajo y nuestra propias vulnerabilidades nos permite prevenir, aminorar y transformar el impacto negativo de nuestro trabajo en nuestro yo.

Una colega esta semana en un grupo de supervisión nos dijo :"me siento en el fango" , expresión que reconoce sin duda los sentimientos que produce el entrenamiento profesional y el riesgo que acompaña a los tratamientos de los sobrevivientes. Por lo tanto, resulta fundamental integrar la comprensión de la traumatización vicaria en la estructura de nuestra vida personal y laboral y considerar en nosotros mismos y en aquellos a quienes enseñamos y supervisamos el rol de la traumatización vicaria en la satisfacción laboral, la salud física y mental,la práctica profesional y el desarrollo personal y profesional.

Los autores que se han dedicado a este tema describen cambios generales en la conducta personal (los mismos signos y síntomas que sus pacientes en niveles subclínicos. Esto incluye síntomas de stress post-traumático y otros síntomas de ansiedad y depresión):
falta de tiempo o energía para uno mismo, desconexión de las personas amadas, aislamiento social, sensibilidad aumentada a la violencia, cinismo, desesperanza generalizada, pesadillas. También Cambios Específicos: Disrupciones en el esquema referencial, Cambios en la identidad, la perspectiva del mundo, la espiritualidad, capacidad yoica disminuida, recursos del yo afectados, disrupción de las necesidades psíquicas y los esquemas cognitivos, alteraciones en las experiencias sensoriales (imágenes intrusivas, disociación, despersonalización).
Factores contribuyentes a la Traumatización Vicaria
La situación
.Naturaleza del trabajo
.Naturaleza de la clientela
.Exposición acumulativa al material de trauma
.Contexto organizacional
.Contexto sociocultural
La persona
.Historia personal
.Personalidad y estilo defensivo
.Contexto actual de vida
.Historia profesional y entrenamiento
.Supervisión
.Terapia personal
Contribución a la Traumatización Vicaria desde las organizaciones
El resultado es negativo cuando:
.No dan respiro al personal
.Requieren al staff llevar casos que no es realista suponer que lo pueden hacer
.No dan suficiente supervisión calificada
.Niegan la gravedad de las consecuencias traumáticas de los pacientes
.Fracasan en el trabajo con el staff para protegerlo de la T:V:
.No dan oportunidades de educación continua
.No dan suficientes vacaciones
.No encuentran formas de que el personal tenga psicoterapia

Contribuciones a la Traumatización Vicaria desde nuestros pacientes
.La multiplicidad de sus problemas y lo limitado de sus recursos
.El horror de sus historias abusivas
.El envenenamiento y la intensidad de su sufrimiento
.La crisis de la experiencia traumática reciente
.Las dificultades de su estilo interpersonal desarrolladas en relación a un mundo no confiable o a un contexto de explotación
.Su idealización positiva o negativa respecto del profesional
.Los peligros que actualmente enfrentan
.El terror y la vergüenza que los paraliza
.La indefensión y la vulnerabilidad de los pacientes niños
.Sus conductas destructivas, odio, desesperación y deseos de suicidalidad crónicos
Desde nosotros, los profesionales
.Expectativas no realistas de la profesión
.Una historia personal de trauma que puede ser movilizada por el material del paciente y que puede hacerlo a uno particularmente sensible a ciertas transferencias o expectativas de los pacientes
.Creencias infundadas sobre el valor del estoicismo o la supuesta neutralidad que determina que el profesional se avergüence y silencie sus sentimientos
.Estrategias personales de vida que no ayudan o tienen mucho costo psíquico (adicciones, aislamiento, disociación)
.Circunstancias actuales de vida estresantes
.Trabajar en áreas en las que el profesional tiene insuficiente entrenamiento o una comprensión teórica inadecuada de las problemáticas
.Rechazo a utilizar supervisiones o consultas en un esquema de educación continua
.Ser nuevo en el campo del trauma
Contexto
. Que niega o subestima el trauma y sus consecuencias
. Que en lo político no provee fondos para el tratamiento psicológico del trauma
. Que en lo cultural culpa a la víctima y glorifica la violencia y la victimización como un entretenimiento
. Que en lo organizacional que trata a los pacientes irrespetuosamente
. Que no provee los recursos necesarios para trabajar en beneficio de los pacientes
Profesional
.Supervisión, consultas
.Horarios. Tipo de paciente y su distribución
.Equilibrio de variedad de tareas
.Educación: dar y recibir
.Ambito físico
Organizacional
.Apoyo académico
.Ambito para tratar la T.V.
.Supervisión disponible
.Respeto por la clínica y el paciente
Recursos: Cuidados en salud mental, espacio, tiempo
Personal
.Convertir la vida personal en una prioridad
.Psicoterapia personal
.Actividades recreativas: físicas, creativas, espontáneas, relajación
.Bienestar espiritual
.Nutrir todos los aspectos del yo: emocional, físico, espritual, interpersonal, creativo, artístico
.Atención a la salud
En todos los terrenos
.Autoconocimiento
.Nutrirse
.Equlibrar: trabajo, diversión, descanso
.Sentido de la vida y conexión



Bibliografía
Arteta, Aurelio. La compasión. Apología de una virtud bajo sospecha.Paidós, Barcelona, 1996
Figley, Charles.
Brunner Mazel, Publishers. New York.1985
Figley, Charles Compassion Fatigue. Brunner Mazel. New York. 1995
Pichot, DSMIV. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona 1995
Knapp Samuel y Vande Creek Leon. Treating Patients With Memories of Abuse: Legal Risk Management. Publicado por la American Society of Psychology.Washington.1997.