Extraido de http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/sociedad/3-140624-2010-02-19.html Sociedad Viernes, 19 de febrero de 2010
OPINION
Esto que está sucediendo no debería suceder. La realidad social, además de estar alterada, es de una gran crueldad y hay algo que es incomprensible para el sentido común. Una niña de 15 años es desvirgada, dolorosamente violada y embarazada por su padrastro-policía. Todo esto sucede en su cuerpo y en contra de su voluntad.
El violador-padrastro-policía está libre, para él no pasó mucho, un arranque caliente de machismo y ya está. Para la niña sí pasó mucho.
La niña es obligada/sometida, en la violación y en el embarazo que ella no buscó también es obligada, a tener un hijo que no quiere tener. Le niegan el aborto no punible. ¿Qué hacer? ¡Me mato! (yo y el embrión), dice la niña.
Pregunto: ¿No están las cosas al revés? Yo creo que habría que atender urgente a esa niña, ayudarla con el trauma de la violación, y sacarla de esta situación-problema-embarazo lo antes posible, restituirla a su adolescencia, tratarla psicológicamente, que vuelva a su vida anterior. Ya ha sido objeto de abuso, violación, y no quiere que un organismo crezca dentro de ella y le arruine la vida para siempre. No quiere pasar por un embarazo y no debe hacerlo, no es bueno para ella, desde ningún punto de vista.
El violador-padrastro-policía está libre. ¿Por qué? ¿Para la ley no es responsable de un delito mayor? En esta sociedad patriarcal, pro-vida, a este violador, ¿cómo se lo considera? Un macho que se sacó el gusto, eyaculó y se fue. Su vida no debe haber cambiado demasiado. En su cuerpo no pasó nada que no fuera lo que él sí quería. El eligió con libertad. Ella no. Sin embargo, ella no es libre, no la dejan liberarse del problema en que el violador la metió. ¿Esta nena de 15 años no tiene derechos? Una niña, cuya vida cambió para siempre, es víctima de un hecho altamente traumático como es la violación, dentro de su propia familia, y un organismo anónimo, indeseado, que crece dentro de ella y que nadie quiere.
Cuando una niña/joven mujer pide decidir su maternidad, está pidiendo ser libre. Tener libertad de conciencia para decidir. La misma libertad que se usa para decidir un voto político, un vestido de 15, una carrera, un novio, estudiar o no, la elección sexual, el trabajo, las maternidades. No es tan difícil.
Ninguna mujer quiere abortar. Si hay alguna que le guste abortar, que me escriba, me va a interesar conocerla. Tampoco se trata de matar. Se trata de ser libre y tener derecho a decidir sobre el propio cuerpo. El violador pudo decidir sobre su propio cuerpo y actuó en el cuerpo de la niña, sin tenerla en cuenta, para nada más que su propio deseo. Hizo lo que quiso. La niña no puede decidir sobre su cuerpo, sólo puede obedecer y someterse.
¿Por qué algunos seres son libres y otros no? Si abolimos la esclavitud, lo hacemos entre todos y lo hacemos en serio. No se puede juguetear con la libertad de los seres humanos. ¿Por qué alguien, que ni siquiera es mayor de edad, tiene que obedecer un abuso tan extremo y ultrajante de parte de los adultos? ¿Por qué, después de que la han ultrajado a gusto, no es libre de decidir en algo tan propio y cercano, lo más inmediato e inevitable como es su propio cuerpo? ¿Quién lo dice? ¿La Iglesia Católica, los ortodoxos judíos, los musulmanes? Y nosotros, los adultos maduros, ¿qué hacemos? Y después de los nueve meses, ¿qué puede hacer la niña? ¿Matará al bebé como Romina Tejerina, que está en una cárcel en Jujuy?
En una sociedad que pretende adorar a la familia tradicional, ¿esto cómo se llama? Me parece de una crueldad patriarcal y machista, propia del Medioevo. La injuria es perversa, de una malignidad digna de observar, más allá del dolor que produce en muchos, que no sabemos qué hacer ante estos hechos que se repiten y se repiten.
Lo que está viviendo esta pobre niña debe ser terrible, sórdido. Se le corta la infancia, se arruina la entrada a la adolescencia. Mientras, el violador está impune. ¿Estamos naturalizando la impunidad? Muchos argentinos son proclives a la impunidad. Incluyo a médicos, jueces y sacerdotes, que detentan el poder sobre el cuerpo de esta pobre niña, en este caso. No quiero hablar de aborto. Quiero hablar de libertad para decidir.
Si esto se sigue repitiendo, ¿algunas mujeres tendremos que capacitarnos profesionalmente para resolver estas cuestiones entre nosotras, separadas del poder patriarcal depredador que se mediatiza en varones y mujeres?
* Psicóloga y escritora.
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