lunes, 14 de marzo de 2011

Como no sabían que era imposible, lo hicieron. Sintesis que escribió ROMINA CELLI de nuestros encuentros de PIAFF


Síntesis


Si bien no necesariamente es imprescindible explicar cómo se llega a los lugares, en este caso
me parece que el inicio de la relación con el espacio PIAFF resulta una buena metáfora de lo que
fue la experiencia en sí misma. Mi acercamiento personal fue producto de un fallido intento de
iniciar una formación académica de posgrado a través de la UBA, en Fundación Interfas. Desde allí, el desorden y desamparo formal generó una aproximación accidental a la experiencia. Como todo lo que inicialmente es no intencional, quedó en un lugar inclasificable. Es decir, no era un espacio puramente de formación, no era un espacio puramente de supervisión, no era tampoco netamente clínico... era en sí mismo una sorpresa. ¿En qué aspectos resultaba más novedoso y a la vez desconcertante la práctica observada?
Proviniendo de una formación de corte claramente individualista, en la cual hasta el trabajo de
supervisión se reduce a una situación dual que se piensa como superposición de dos entes
autónomos, resulta muy llamativo el trabajo a partir de grupos numerosos donde no se evidencian marcadas jerarquizaciones, sino una participación activa a partir no sólo del conocimiento, sino claramente desde la experiencia personal y la sensibilidad, las impresiones. Se traen a primer plano cuestiones propias a fin de hacerles tomar consistencia en el sistema grupal, quedando muy evidenciados los prejuicios, los límites y las preconcepciones. Estrategia nada desdeñable, ya que no hay peor destino para aquellas cosas que dan formas a nuestros esquemas que “escotomizarlas”.
Por otra parte, la configuración algo anárquica del grupo parece ser el elemento clave que
facilita la denominada visión poliocular (Bateson) según la cual, las diferentes descripciones de un proceso, pauta, sistema o secuencia dan lugar a una ventaja adicional: una idea de clase diferente a la clase de descripciones (mapas) utilizadas.


Tal como sostiene De Shazer:
“El enfoque terapéutico en equipo hace posible alguna
comprensión complementaria de las semejanzas entre
diversos mapas (esquema de leyes) y su relación con la
conducta del terapeuta (esquema de la acción).”

Se trata de una sumatoria de las diferentes miradas de los involucrados en el encuentro, a fin de
adoptar paradigmas colaborativos, en el sentido no sólo de una construcción de conocimiento,
sino de la generación de una experiencia conjunta.

“Mientras perseguimos lo inalcanzable, hacemos imposible lo realizable”
R. Ardey

Todas estas ideas hacen énfasis en la potencialidad más allá de los déficits con los que el
paciente pueda venir a cuestas. Se sortean de este modo las dificultades que puede acarrear moverse dentro un modelo dicotómico de “sano-enfermo”, “normal-anormal”. Tal como lo demuestran diversos estudios, como el celebre de Rosenthal: “Acerca de estar sano en un medio enfermo”, las preconcepciones, ideas, mapas, prejuicios, esquemas con los que las personas nos acercamos a los fenómenos determinan las realidades de los mismos (viene a mi mente el recuerdo de “Planolandia”, de E. A. Abott). Es imposible considerar ciertas opciones como válidas o siquiera existentes si estamos encerrados dentro de paradigmas muy rígidos. Todo lo que pueda atentar contra las clasificaciones y los diagnósticos va a favorecer un trabajo inicialmente terapéutico, en tanto que implica un cambio en sí mismo y una enorme posibilidad de sucesivas transformaciones concomitantes. Es en este sentido que pude de algún modo entender y encuadrar el trabajo realizado con figuras tan socialmente complejas y personalmente conflictivas como las del “abusador” y el enfoque de no demonizar, al igual que las líneas que abordan la revinculación como un proceso pensado y no meramente en pos de fomentar una relación padre-hijo por tratarse de algo “natural”
(no dejaba de resonar en mi cabeza el concepto de reificación de Berger y Luckman).

“El agua lo vence a todo porque se adapta a todo”
Lao Tse

Otra de las ideas previas que se vio claramente en jaque en este acaecer fue la de neutralidad,
ya que me resultaba imposible pensarla en el contexto en que se observa la explicita solidarización del terapeuta con el/los pacientes. Si bien es un concepto que tomado “puramente” es hasta irrisorio, personalmente nunca terminé de desterrarlo de mis ideas, a partir de ciertas explicaciones ad hoc, tales como verlo una “cualidad”, un “aspecto”, de lo que podría pensarse como “disociación instrumental”. Es decir, si bien es necesario cierto grado de empatía con los pacientes, es imprescindible no perder la cordura (tono jocoso aparte), conservar el “juicio crítico”, el criterio digamos. Ahora, ¿cuál es el límite justo entre la distancia necesaria y la evitación de posiciones solemnes? Valdría decir que se trata de no caer en la deshumanización del espacio terapéutico. Hay ciertas líneas que trabajan sobre la incidencia que tiene el self del terapeuta en la clínica. Beutler (1995) demostró que ésta es ocho veces más influyente que la orientación teórica y/o el uso de estrategias específicas terapéuticas. Así, es inconcebible pensar que hay que desalojar la subjetividad para obtener una posición éticamente correcta en la práctica clínica. Tal como sostienen los programas de entrenamiento en terapia familiar de Aponte y Winter, un terapeuta es más efectivo cuando se utiliza a sí mismo para lograr la evolución tanto de su paciente como de su propia persona.

“El verdadero misterio del mundo es lo que se ve, no lo invisible.”
O. Wilde

Finalmente, lo interesante de un enfoque novedoso es la capacidad que tiene para generar dudas, inquietudes, que llevan a la investigación, el sondeo, cierta satisfacción de la curiosidad que, si bien no alcanza niveles estructurados, permiten un devenir entre diversos textos que se conectan unos con otros y derivan en nuevas redes, conceptos, autores, ideas, conexiones (Andersen, De Shazer, Watzlawick, Batenson, narrativismo, estratégico, hipnosis, paradojas, reuniones tribus, problemas, soluciones, construccionismo, sistemas, self del terapeuta...). La existencia de diversos pensadores en la escena se espeja en la navegación entre distintos autores y líneas, mediante la minimización del prejuicio y permitiendo lecturas alternativas de áreas o “ideologías” tabúes para la formación dogmática y estereotipada del academicismo, al menos de la UBA de principios de 2000.

“Es mucho más difícil hablar de una cosa, que hacerla.”
O. Wilde.

Una nota de color para terminar este pequeño bosquejo sería el impacto que tuvo el paso por
PIAFF en mi práctica profesional. Me dedico, además de la atención particular, a los
acompañamientos terapéuticos. Es un rol bastante extraño, en tanto que carece de límites claros, no tiene una práctica regulada, depende mucho del abordaje del coordinador, de la situación de la que se trate y demás factores circunstanciales. Hace un año estoy trabajando con un paciente
neurológico víctima de un accidente automovilístico que tiene varias secuelas de un TEC grave. La realidad es que si bien el planteo inicial era el trabajo sobre los daños cognitivos, ciertos aspectos de la “personalidad previa del paciente” (el entrecomillado alude a la dificultad que conlleva pensar en características personales estables y hasta innatas de los clientes, pero se trata en este caso de un uso “coloquial”, que no pretende abordar grandes conflictos de tipo conceptual), inciden de manera considerable en su externación asistida, por lo cual son abordadas en el espacio de acompañamiento. Las escenas más difíciles de manejar son aquellas que incluyen trato violento (agresiones verbales y físicas, en menor medida, contra el hijo y la mujer). A lo que quiero llegar con este breve recorte situacional, es a establecer que pensar al paciente como una totalidad, producto de verlo en su contexto cotidiano (posibilidad brindada casi exclusivamente por el dispositivo de acompañamiento terapéutico), permite evitar el sesgo que lo ubica sólo en la posición de hombre violento con problema en el control de sus impulsos.
Similar situación experimenté con un paciente particular que se acercó a consulta definiéndose
como “golpeador y violento”. Con un trabajo a partir de sus vínculos con la familia, se pudo
despegar lo que era una cuestión de interpretación de la realidad a partir de ciertas representaciones ligadas a la cultura y el género de la relación marital que implicaba una comunicación de corte netamente manipulador y la escalada de violencia experimentada a través de círculos viciosos entre los parteners generados por patrones comunicacionales naturalizados.

“El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevas tierras sino en tener ojos
nuevos ”
Marcel Proust


Es claramente necesaria la apertura conceptual y técnica que se plantea en el espacio PIAFF, al
igual que un abordaje plural (en el sentido de varias personas, varias líneas teóricas, varias voces, distintos actores) para poder encarar temas que de por sí ya son conflictivos porque movilizan muchas áreas teñidas y, diría, hasta sostenidas en un entramado de prejuicios e ideas estáticas, claramente influidas por estereotipos sociales. El paradigma de la complejidad que se cuela a través de varias aristas de la práctica vista, me corrijo, experimentada en este grupo es una de las maneras más fructíferas, al menos de lo que he conocido ahora, para alcanzar movimientos que, más allá de un criterio de bueno/malo, resulten en modificaciones de las realidades de los clientes involucrados,
a fin de generar posibilidades de crecimiento y desarrollo de potencialidades. Retomando la frase
que encabeza este pequeño apartado y recurriendo a la sabiduría popular, se trata de un aprendizaje que va más allá, en tanto que “no da el pescado sino que enseña a pescar”.

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