lunes, 31 de enero de 2011

Las habilidades en el envejecimiento positivo por Ken y Mary Gergen


Extraido del BOLETÍN DEL ENVEJECIMIENTO POSITIVO
septiembre - octubre, 2010
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Boletín del envejecimiento positivo, por Kenneth y Mary Gergen,
dedicado al diálogo productivo entre la investigación y la práctica.

Financiado por el Instituto Taos (Taos Institute).

Traducido por Mario A. Ravazzola; supervisado por la Dra. María Cristina Ravazzola de Mazières.

Es común considerar las primeras dos décadas de la vida como la fase crítica del desarrollo - cuando aprendemos las destrezas básicas del habla, del relacionamiento y del autocontrol, y todas las habilidades secundarias que nos proporciona la enseñanza convencional. La denominada edad mediana estaba conformada por aquellos años en los cuales se utilizaban estas habilidades y se intensificaban aquéllas particularmente relevantes para los objetivos de la vida. Entonces, siguiendo la historia, la gente se jubila y envejece. No se requieren nuevas habilidades, y de hecho, se demanda muy poco de las que se han adquirido; lentamente, se van alejando. Éste es no sólo un cuadro depresivo del envejecimiento, sino que es enteramente engañoso. La vida del adulto mayor es un período importante de desarrollo, y sus recompensas pueden
eclipsar cualquier período anterior de la vida. Si el envejecimiento es un período positivo de crecimiento, se requieren nuevas e importantes habilidades. Deseamos dedicar las próximas dos emisiones del boletín al tratamiento de las habilidades del envejecimiento positivo. Para comenzar, es útil hacer una distinción preliminar entre dos clases generales de habilidades: las que amplían los potenciales de la vida y las que nos permiten vivir con limitaciones. En términos de expansión, pensemos en el niño que aprende a caminar, andar en bicicleta, leer o ahorrar dinero. Cada una de estas destrezas abre nuevas posibilidades; se enriquece la vida. En el segundo caso, consideremos la manera en la cual los niños deben aprender a arribar al pecho de su madre, la libertad de defecar a voluntad, los arrebatos emocionales, o el ocio de esos años antes de la escuela. Y así sucede en los años maduros. Aunque raramente se exponen, hay habilidades que pueden abrir nuevos espacios de compromiso significativo, y están aquéllas que son esenciales para enfrentar lo que debe dejarse en el pasado. En este número, nos centramos brevemente en una habilidad de expansión. La que es especialmente relevante para aquéllos que viven con un esposo o pareja durante muchos años es la habilidad del redescubrimiento. Hablamos recientemente con un conocido nuestro que se quejaba de que su esposa se había convertido en una mujer aburrida e indiferente. ¿Por qué - se preguntaba- debería pasar el resto de su vida con alguien que no era en absoluto como la muchacha a quien hizo sus votos algunas décadas antes? Tales quejas presagian un futuro melancólico, y sugieren por qué los índices de divorcio de gente de más de 60 años han estado aumentando recientemente.
Obviamente, su esposa no es la misma persona, ni lo es él, ni lo son sus hijos ni sus amigos, ni muchas otras cosas son iguales que el día que se casaron. Particularmente, en familias con una fuerte división del trabajo o con dos carreras, los esposos o las parejas pueden notar escasos cambios cada uno en el otro hasta la jubilación. Sin nadie más alrededor de ellos, y con tiempo para estar juntos, uno puede enfrentarse repentinamente con alguien que puede parecer un extraño. El desafío entonces es el redescubrimiento. ¿Cuáles son los potenciales posiblemente ocultos del otro, de uno mismo, y de la danza relacional que puede emerger ahora? No existe una respuesta fácil a esta pregunta, sino que, prometedoramente, puede haber muchas respuestas posibles. Aquí están algunas que han surgido de las conversaciones entre nosotros y con nuestros amigos:
• Busque nuevos contextos de relación: viajes, deportes, paseos, teatro;
• Explore las nuevas actividades relacionales: masajes, cocina, jardinería;
• Amplíe los pasatiempos personales para incluir al otro: golf, bridge, pesca;
• Reexplore el pasado en conjunto, con sensibilidad particular a los posibles reencendidos de viejas sensaciones de alegría y unidad;
• Explore las actividades que tuvieron el placer de hacer juntos alguna vez, pero que fueron abandonadas por falta de tiempo;
• Conceda a su pareja tiempo y espacio para el desarrollo y la exploración individuales; los resultados pueden ser compartidos más adelante;
• Ubíquese en el puesto de observación de los contextos en los cuales usted puede sorprender al otro agradablemente.
Si los lectores quisieran compartir sus propias habilidades del redescubrimiento nos placería publicarlas en las futuras emisiones del boletín.